El pueblo teniendo el poder soberano, eligió por mayoría a quien debe gobernar, arte supremo que solo puede tener como objetivo asegurar la calidad de vida de todos los gobernados.
Lo más peligroso que le puede pasar a un país es haber tomado una mala decisión, dejándose llevar por el populismo, por el odio, por la ignorancia, eligiendo a un gobernante, narcisista, ególatra; o lo peor, corrupto. Características que permanecieron ocultas y solo se hacen visibles a partir del momento en que se llega al poder.
Lo público no puede ser convertido en privado, en fuente de riqueza para unos cuantos y de pobreza para la mayoría. La política es el arte del engaño. El político es un mentiroso que solo tiene un interés personal por resolver; que hace de todo, incluso lo imposible, para conseguir ser elegido y poder cumplir con su cometido, alcanzar el poder para obtener riqueza.
Que las peores maldiciones desciendan sobre la cabeza del corrupto, del político mentiroso, de todos aquellos que han sido capaces de engañar a su pueblo, a su gente, a quienes tenían que proteger. Despreciable someter a los más necesitados a precarias condiciones, robarse los recursos de la salud, de la educación. Llenar las vacantes de los cargos públicos de incapaces y ladrones. Por su amistad se reparten embajadas, ministerios y contratos.
Robar, robar y robar es el día a día para muchos que ven sus cargos como una oportunidad. ¿Qué importa ser bandido si hago parte del gobierno?
Ser del establecimiento sirve para robar la comida de los niños, la salud de los enfermos o el dinero del estado perpetuando la corrupción y el peculado. Y sirve para garantizar que su casa será su cárcel si la justicia intenta alcanzarlos, en un país donde la impunidad es tan común que no existe miedo a ser villano.
No hay excusa ni motivo para tan grande traición. Podrán obtener la absolución de los entes de control, pero jamás el perdón del pueblo, que sufrió la ofensa el hambre la muerte y la traición.