El transcurrir de la vida me ha enseñado que se aprende o se aprende, a veces nos toca aprender de los errores y en otras ocasiones a los golpes. Es el caso que le está pasando al presidente Gustavo Petro con la proposición de reformas.

El jefe de estado no quiere aprender que su reforma laboral, a la salud, a la educación y las que quiera proponer no le serán votadas de manera favorable. Que el partido de gobierno no tiene la mayoría necesaria, que cada reforma presentada será una derrota anunciada.

El siete de agosto de 2022, al momento de su posesión, el señor presidente juro respetar la ley y la constitución. Ante los colombianos se comprometió a cumplir los siguientes 10 puntos:

1. “Trabajaré para conseguir la paz verdadera y definitiva”

2. “Cuidaré de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros niños y niñas, de las personas con discapacidad, de las personas a las que la historia o la sociedad ha marginado”

3. “Gobernaré con y para las mujeres de Colombia”

4. “Dialogaré con todos y todas, sin excepciones ni exclusiones”

5. “Escucharé a las colombianas y colombianos como he venido haciendo en todos estos años”

6. “Defenderé a los colombianos y colombianas de las violencias y trabajaré para que las familias se sientan seguras y tranquilas”

7. “Lucharé contra la corrupción con mano firme y sin miramientos”

8. “Protegeré nuestro suelo y subsuelo, nuestros mares y ríos. Nuestro aire y cielo”

9. “Desarrollaré la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano. Sin distinciones ni preferencias”

10. “Cumpliré y haré cumplir nuestra Constitución”

¡Dentro de las promesas del gobernante no estaban las reformas que ha presentado y que se han hundido en el proceso! Parece que las promesas fueran falsas, o actos de puro populismo político.

Aprender a los golpes es una opción Sr. Presidente. Dedíquese a gobernar de manera objetiva. Declárele la guerra a la corrupción, que tanto daño le hace a nuestra sociedad. Controle el gasto, los sobrecostos de los contratos y las obras de mala calidad; que su actuar sea para beneficio del pueblo que durante décadas ha sido abusado, saqueado y desechado. Que su gobierno no quede en la historia como un gobierno inútil, como una tragedia política, o como lo aseguró la ex alcaldesa Claudia López: “una maldita desgracia para Colombia”.

Sr. Presidente, está a tiempo de cambiar la vida de los colombianos en estado de pobreza y de vulnerabilidad. Y si por algún motivo no está en la capacidad de responderle al pueblo que lo eligió, de un paso al costado y permita que otro ocupe su lugar.

Gobernar no es fácil, pero no es imposible y usted todavía está a tiempo de hacerlo. ¡O aprende o aprende!