La paz es un derecho fundamental de los colombianos que durante décadas nos ha sido esquiva por vivir en la constante zozobra producida por la violencia en todas sus manifestaciones.

A tal punto, que ha sido imposible vencer por las armas a los grupos armados al margen de la ley, tanto de fuerzas insurrectas como del crimen organizado.

La “Paz Total” constituye una política de Estado que propende por negociar con asociaciones armadas, propiciadoras históricamente de una voraz violencia que rompe las entrañas de la Nación, adoptando la estrategia de incorporar a la sociedad civil para escucharla en "diálogos vinculantes".

El marco jurídico de esta política de Estado lo reglamenta precisamente la Ley 418 de 2022 de “La Paz Total” cuyo objeto es buscar la paz con los grupos guerrilleros y las bandas criminales vinculadas con el narcotráfico, a través de la negociación y procesos de sometimiento a la justicia.

La ley de “Paz Total” permite transar con grupos armados guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y las disidencias de las FARC que no se acogieron al proceso de paz de 2016 o regresaron a la lucha armada.

De igual manera, pueden iniciarse negociaciones de paz con bandas delincuenciales como el Clan del Golfo y en general grupos organizados ilegales por medio del intercambio de rebajas de penas y no extradición, por entrega de rutas para exportar cocaína, delación y entrega de bienes.

Esta política de Estado crea un fondo para la paz que garantiza inversión social en los territorios golpeados por la violencia.

Como era de esperarse una política de “Paz Total”, en un país dividido como el nuestro, produce voces a favor o en contra. Sin embargo, no se alcanzará la tan anhelada “Paz Total” sino se hace una profilaxis al corazón y mentalidad de los colombianos.

Muchos se preguntan ¿Cuál Paz Total? con el objeto de desalentar la política pública, en atención precisamente a la mentalidad bélica en que hemos vivido y a su inconformidad producida por intentos fallidos de procesos pretéritos.

Otros son más radicales descalificando todo intento de paz so pretexto de ser propiciadores de la impunidad y del desconocimiento de las víctimas.

Los argumentos a favor o en contra de la “Paz Total” pudieran ser todos válidos, pero hay que tener conciencia que tamaño cometido, solo será posible con el compromiso ciudadano desde el yo individual.

Debemos preguntarnos entonces: ¿Soy una persona llena de paz?; ¿Estoy en paz conmigo mismo? y, ¿Cuál es mi aporte a la “Paz Total”?. Al respondernos estas preguntas nos daremos cuenta que la paz inicia desde nosotros mismos y no solamente depende de la construcción de una política de Estado.

@orlandocaba