Los barranquilleros que aún llamamos a algunas calles por sus antiguos nombres conocemos a la carrera 50 como “Aduana”, y fue así bautizada porque desemboca en el emblemático edificio que funcionó como la aduana de la ciudad. Hoy quisiera comentar sobre algunas situaciones que he analizado sobre esta vía en particular porque a la edad de 6 años mi familia se mudó de la calle 65 “Calamar” del barrio Boston, al Prado, en la carrera 50 entre calles 76 y 79 y ahí surgió mi primera inquietud, ¿Hasta dónde llega el nombre de Aduana? ¿Solo desde la Vía 40 hasta la calle 53 “Caracas”, o pica y se extiende hasta la calle 91 donde esta se estrella con un lote? Porque uno a la carrera 43 la sigue llamando “20 de Julio” hasta el norte de la ciudad, pero no sucede esto con otras.

Hay que recordar que la mencionada carrera era muy estrecha desde la calle 53 hasta la Vía 40 y en las horas pico la fila de automotores era interminable porque la escuadra en “Murillo” era tenaz, sin chance siquiera de pasarse al de adelante. Sugerí al Director de Tránsito de la época, disponer de un agente que regulara el paso en ese cruce, así lo hizo y se mejoró el tráfico. “El Regulador de Aduana” fue el título de mi columna de diciembre 26 de 1996 alusiva al hecho, título con el que procuré confundir y simultáneamente instruir a mis lectores.

Dos veces se cobró valorización para su ampliación por parte del entonces municipio de Barranquilla, y lo único que se construyó fue un puente de 4 carriles sobre el arroyo de Felicidad en la calle 48, el cual fue demolido posteriormente. En 1973, para vender un predio en la calle “Murillo” entre Progreso y “20 de Julio”, en el que funcionó Renomotores, empresa de mi difunto padre, necesité adjuntar dos Paz y Salvo de Valorización de la carrera 50 que quedaba a un kilómetro de distancia ¡y que nunca se amplió!

En una oportunidad, tanto Cámara de Comercio como gremios, se opusieron a la ampliación del callejón de la Aduana para que la Plaza del Caribe se integrara con esa emblemática edificación y apoyados en una empresa argentina de urbanismo, propusieron un esperpento difícil de describir. Alex Char en su primer período de alcalde me preguntó qué opinaba de ese diseño. Ustedes podrán imaginar mi respuesta. Finalmente, Alex logró los recursos para su ampliación a dos calzadas y 4 carriles desde la Vía 40 hasta la calle 55 donde empalma con el bulevar frente a la iglesia del Carmen, incluyéndolo en el proyecto de Transmetro para asumir parcialmente el muy afectado tráfico de la carrera 46 “Olaya Herrera”, por lo que la Nación participó con el 70% de su valor, y con el cambio de sentidos viales de las carreras 47 (bajando) y 50 (subiendo), se mejoró muchísimo la movilidad de un gran sector de la ciudad. ¡Es que toda calle tiene su historia!