Nos hemos acostumbrado a ver la política como un espectáculo, una especie de novela que nos va contando una nueva trama diariamente, y que en este universo del “cambio”, está bastante convulsionada. En medio de este show, olvidamos que los políticos están ahí para gobernarnos; por eso elegir bien es tan importante, pero a la vez tan confuso, porque el show está muy bien montado.
Una vez elegidos vemos que muchos políticos solo saben hacer show en redes sociales o manipular sentimientos para buscar votos, pero poco entienden de administrar, ejecutar y conseguir resultados. Algunos creen que con buenos asesores y equipos lo lograrán, pero la realidad suele ser distinta, como vimos con Duque. O como Petro, pensando que basta con dar línea, como con la salud de los profesores, para que todo suceda mágicamente. De ahí la importancia del líder.
Ser elegido y gobernar requiere dos facetas a menudo opuestas: ser un gran showman y ser un excelente gerente; pero muy pocas veces hay quien logre tener las dos. Esto hace que la gente se desencante de la política, porque les venden Ferraris y reciben Twingos. Por eso estamos viviendo una campaña presidencial dos años antes de lo usual. Y la reciente encuesta de Semana deja un sinsabor, pues no se perfila un líder capaz de cambiar el rumbo o unir, ya que son delfines políticos, los sospechosos usuales de las campañas o personajes buscando un trampolín a la alcaldía de Bogotá. ¿Será el momento de un outsider?
¿Qué es un outsider? Ese que no forma parte del establecimiento político tradicional; usualmente tiene poca trayectoria pública o viene de otros campos. Se ganan los espacios con discursos de cambio en contra de la política tradicional, logrando atraer a un público cansado de la política de siempre. Tenemos ejemplos de outsiders como Donald Trump o Rodolfo Hernández: grandes empresarios que hicieron su fortuna trabajando, que hacen creer a la gente que su éxito en lo privado se trasladará a lo público. Incluso Petro, que a pesar de su trayectoria política, siempre era un crítico del establecimiento y tenía un discurso de cambio que caló en la gente.
Entonces en el escenario actual del país surgen outsiders listos para cambiar las reglas del juego, como Vicky Dávila quien ya lanzó su primera audaz propuesta. Como mujer exitosa en los medios de comunicación, tiene una plataforma visible y viable. Esperemos que más gente se le mida y esté dispuesta a sacrificar su tranquilidad por el bien del país y empiece a intentarlo, porque no sé si es el momento de outsiders, pero si seguro es el momento de construir liderazgos.
Ojalá que en este próximo show tengamos buenos actores (políticos), que cumplan con los dos roles y no tengan miedo a trabajar de verdad por la gente, incluso cuando la cámara no esté rodando. Así, no solo disfrutaremos del espectáculo durante la campaña, sino que al final tendremos un líder listo para gobernar efectivamente. ¡Empezó el show!