Colombia es un país lleno de perogrulladas. La repetición del horror duele y adormece. Todo es tan parecido al pasado. El 2019 fue un año difícil, nos recordó esa condena al ayer. No obstante, los jóvenes le dieron un matiz diferente a esa sensación de reiteración, abofetearon a la indolencia y ejercieron el derecho a la protesta; levantaron su voz y vencieron el miedo.
El gran personaje del año es, sin duda alguna, la juventud. Nos dieron una lección de dignidad. Su lucha por la educación pública y de calidad, por el medioambiente, por la justicia social y tributaria, por la vida y por la paz, es un suspiro de esperanza. Su vehemente rechazo a la corrupción y a la violencia, su preocupación por los asesinatos sistemáticos de líderes sociales y de las comunidades afro e indígenas, su visión crítica de la realidad, su compromiso ciudadano y político, su creatividad para manifestarse a través del arte y la cultura, su protesta pacífica y transformadora, nos confirma el surgimiento de una nueva generación. Una generación que defenderá sus derechos y no descansará hasta salir de este pasado perpetuo, hasta agarrarle la mano al futuro y cambiar el rumbo.
A pesar de la estigmatización, de la violencia y del miedo, los jóvenes no se rinden. Vivimos en un país injusto y desigual, construido para una minoría. En donde los derechos fundamentales son un lujo que poseen unos cuantos. En donde la educación no es prioridad y la guerra es la excusa perfecta para validar la inequidad, difuminar la raíz de los problemas y se convierte en un espejismo que no nos deja avanzar. Sin embargo, la juventud entiende la urgencia de dar el siguiente paso, cree en la paz y está cansada de esa política corrupta y tradicional.
No sólo los jóvenes colombianos salieron a las calles a protestar. En varios países de América Latina, Europa y Asia también se manifestaron. Hay una juventud consciente y despierta, que lucha por el desarrollo sostenible y rechaza el capitalismo salvaje. En medio de un mundo que protege los intereses económicos de unos pocos, que pasa por encima de la naturaleza y de la humanidad, las nuevas generaciones reflexionan y exigen respeto por la vida.
Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, las protestas del último mes ratifican que no todo está perdido. Este podría ser el inicio del verdadero cambio. Ahora, la conciencia electoral es el gran reto. En las próximas elecciones, será crucial ejercer el derecho al voto de manera coherente. También es importante aclararles a aquellos gobernantes y empresarios que atentan contra los derechos y la vida, que las nuevas generaciones no tragan entero y van a insistir en el desarrollo sostenible, la educación y la preservación del medioambiente.
Jóvenes, ustedes son los personajes del año, el mundo depende de su lucha, necesita de su ilusión, persistencia, verraquera y valentía. Gracias por dar un respiro en medio de tanta deshumanización. Gracias por creer en un futuro más digno para todos.
@MariaMatusV
maria.matus.v0@gmail.com
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