Como no se puede opinar
Como en este país ser del medio es un problema, pues no te quieren ni de un lado, ni del otro, te ganas un insulto y una amenaza de los fanáticos tanto de un bando como del de su rival, y como no complaces a nadie, no terminas perteneciendo a nada, yo hoy voy a hablar sobre mi gata.
Sí, hoy voy a evitar dar mi opinión ante un país polarizado que no entiende que todos tenemos una historia de sangre, que todos tenemos un muerto víctima de la guerra, que todos tenemos una tristeza, que todos tenemos una razón para querer justicia, y que pensar que esto solo le pertenece a un lado de la población colombiana, es desconocer al pueblo colombiano, es negar la realidad de la nación en la que nos tocó nacer, es zanjar el dolor ajeno, simplemente porque el victimario no fue el mismo que el nuestro.
No, no voy a perder el tiempo o mis fuerzas peleando contra la corriente, ya que está claro con las decisiones de esta semana que pasó, que nunca dejaremos de echarle el aceite a la rueda que gira, y gira, y gira, y que nunca se detiene. Los de un lado no dejarán de luchar hasta ver al otro arder, y por eso, siempre habrá el rencor que genera la impunidad. Sin balance y sin equilibrio, jamás habrá justicia. Sin reconocer el punto de vista del otro, basado en una experiencia traumática, jamás habrá paz.
Por esto he decidido que hoy hablaré sobre Tigra. Mi gata de mes y medio que hace una semana, junto con mi prometido, tomamos la decisión de adoptar. Una decisión de la que pase lo que pase, no nos arrepentiremos nunca. Una decisión que nos cambió la vida.
Si no eres de mascotas, quizás no entenderás nada de lo que escriba, pero yo nunca había sentido qué era amar tanto en tan poco tiempo, qué era el amor a primera vista y qué era sentir algo tan grande por un ser de 400 gramos de peso. Un cariño tan intenso que la sola posibilidad de su ausencia genera un dolor inmenso. El amor es dolor, pero es tan grande lo primero, que corremos el riesgo de sentir lo segundo, solo por llegar a experimentarlo.
Hablo de dolor (quizás disfrazado de angustia), porque mientras escribo estas palabras, espero que Tigra libere una batalla por su corta vida. Cuando la adoptamos, sabíamos que era un riesgo que al ser rescatada de la calle, podía traer enfermedades. Pero aun así, lo hicimos. Y aun así, lo volveríamos a hacer.
Soy de las que creo que en un mundo tan gris, tan controvertido, de tanto resentimiento desbordado, de tanta injusticia e historias desalmadas, es necesario ayudar a meterle color. Ayudar porque un poco de ti, puede significar un mundo para el que te necesite. Ayudar a cambiarle la vida a alguien, inclusive si este alguien venga cubierto de pelo.
No sé qué pase, y estamos esperanzados con que ella pueda salir adelante, pero lo que sí sé es que es profundamente amada, y que siempre será profundamente amada. Pase lo que pase, ella ha sentido el amor.
Y en un mundo de tanto odio, quizás ese es el verdadero privilegio. Dar amor.
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