Ruby Bejarano Hernández, de 13 años, viajó desde su natal Quibdó a Bogotá para participar en el Encuentro de Niñas, Niños y Adolescentes con candidatos a la Presidencia, organizado por NiñezYA, una iniciativa de 100 organizaciones de la sociedad civil comprometidas con los derechos de nuestros menores en el país. Pero Ruby y sus compañeros, niños de comunidades vulnerables que se desplazaron desde Manaure, Leticia, Tumaco, Guapi, Buenaventura y Sabanagrande, entre otras regiones, se quedaron “vestidos y alborotados”.
La mayoría de los candidatos presidenciales, incluso los que ya habían confirmado su asistencia –como Humberto De la Calle y Vivianne Morales–, cancelaron a última hora. Germán Vargas Lleras nunca confirmó. Sergio Fajardo e Iván Duque se mostraron dispuestos a enviar, como sus representantes, a sus fórmulas vicepresidenciales, pero NiñezYA se acogió al artículo 204 del Código de Infancia y Adolescencia según el cual, las “políticas públicas en esta materia son una responsabilidad indelegable del presidente, gobernadores y alcaldes”, y les reiteró que era un evento para los candidatos.
Solo el aspirante de Colombia Humana, el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro, llegó puntual a la cita. Lo hizo con su fórmula vicepresidencial, la excongresista Ángela Robledo. Petro se sometió a las preguntas y contrapreguntas de los niños, a todas sus inquietudes sobre salud, educación, paz, familia, justicia, derecho a participar y a jugar, entre otros temas, que habían preparado para formularles a todos los candidatos.
Es lamentable, por decir lo menos, que los candidatos dejaran plantados a estos niños que se desplazaron desde las zonas más necesitadas de Colombia con la ilusión de escuchar sus propuestas para mejorar su calidad de vida y la de sus comunidades golpeadas por la violencia, la desigualdad social, la pobreza y, sobre todo, el abandono institucional. Grave error político de quienes aspiran a dirigir el destino de un país con 32 por ciento de colombianos menores de 18 años.
El mensaje con el que se quedaron los chiquillos fue devastador y coincidió con un dato entregado por Unicef como parte de su campaña #YLaNiñezQué: 6 de cada 10 niñas, niños y adolescentes hoy creen que no son importantes para el Gobierno. ¡Cómo duele que nuestros niños se sientan solos, que sus necesidades y problemas no estén en el primer lugar de todas las agendas públicas y privadas del país!
Para la muestra, una tragedia que no para de crecer –hasta 22% en el último año–, de acuerdo con Medicina Legal, 49 menores de edad son abusados sexualmente cada día en el país: 7 niños de 0 a 4 años; 13 de entre 5 y 9 años; 17 de 10 a 14 años y 12 de 15 a 17 años. Abusos que son cometidos en sus hogares y por sus propios familiares.
En el encuentro de NiñezYa, unos pequeños pusieron el dedo en la llaga: se sienten maltratados, abusados, víctimas de su entorno más cercano, que debe protegerlos. Por eso reclamaron medidas de protección. Un asunto que no da espera en el país, y los candidatos presidenciales están en mora de asumir su compromiso con el cumplimiento de los derechos de nuestros niños. No más carreta. Basta ya de tanta indolencia, Colombia.