Hace un tiempo, de hecho, bastantes años ya, venimos escuchando y leyendo que la nueva ola de populismo nos ha dejado más polarizados que nunca. Pero… ¿es eso cierto?, plantearé a continuación, una breve reflexión. Pensemos ¿éramos los seres humanos en nuestra esfera política más matizados antes?, yo me atrevería a asegurar que no. Desde Roma, desde Atenas, ya había sectores políticos radicales que se enfrentaban en la lucha por el poder político.

Yo misma hago un mea culpa, pues me cuento entre las analistas que varias veces ha señalado la polarización como parte de las causas de nuestra debilidad democrática. Y es que es normal que uno encuentre en esa ruda pelea de bandos una de las explicaciones a por qué estamos como estamos. En la mañana, basta con abrir Twitter para evidenciar los radicalismos. Desde la lucha palestinos vs israelíes, pasando por los demócratas vs republicanos, llegando a Colombia con los uribistas vs petristas; es entonces cuando los más racionales coincidimos en que ningún extremo en exceso hace bien y que se necesitan puentes de diálogo entre ambos.

Pero si nos detenemos a pensar, realmente esto no es un fenómeno nuevo, ni nada que se le parezca, por el contrario, exacerbar los sentimientos y emociones del “ellos” vs el “nosotros” es tan antiguo como la lucha política. Un gran teórico al respecto fue Carl Schmitt, filósofo alemán, polémico conservador, de corte realista, que creía que solo agudizando los extremos se podría infundir un miedo tal en contra de todo lo diferente, de lo externo, que entonces se generaría movilización por parte de las masas en aras de defender lo “propio”. Entre más le decimos a alguien que de afuera vienen a quitarle lo suyo, pues más logramos que se radicalice para defenderlo; incluso en el mismo Maquiavelo podemos encontrar teorización similar.

Así que no, la polarización no es nueva. Y es por eso por lo que estamos viendo a un Perú divido, a una Colombia partida en dos, o a un Chile rasgado; por solo hablar del vecindario latinoamericano. Y diré algo que puede ser tal vez políticamente incorrecto: eso no nos debe preocupar. Ya que de la lucha de visiones opuestas es que surgen los grandes cambios. O móntense en la maquina del tiempo y pregúntenselo a los Jacobinos y Girondinos de la revolución francesa.

Debemos dejar el miedo a ser tachados de estar en un bando o en el otro, porque pareciera que eso se ha vuelto un pecado, cuando no lo es, ya que resulta completamente normal tener x o y posición política, sin recatos, sin sonrojarse por ello. Yo misma, que creo tener suficientes pergaminos para defender mi propia ideología, a veces me autocensuro por miedo a ser tildada de neoliberal, libertaria sin corazón, o de derecha extrema. Empezando porque no soy nada de lo anterior, pero en un país como el nuestro resulta complicado explicarlo. Así que me he dado a la tarea este año de no vetar mis propios pensamientos, expresarlos sin miedo, y comprender que todo quien considere incompresible mi visión política, tiene derecho a criticarla, así como yo de exponerla.