Dicen que un caimán y un mono del caribe sobrevivieron a la tragedia del buque olvidado que naufragó en el polo norte. A horas de la muerte, y a punto de congelarse descubrieron que podían hablar. Si me abrazas podremos resistir un poco más, le dijo el caimán al mono, que estaba próximo a perder sus dientes por el impacto del hielo en su boca. Al descubrir que sus ideas ahora eran audibles, el mono le contestó: ¿Que garantías tengo de que mi piel peluda no amanecerá en tu estómago?
En medio de la discusión apareció un oso polar acompañado de un lobo bastante amigable. El lobo les habló: Tengo una guarida en el bosque con fuego y espacio disponible para ustedes. Aquí todos hablamos el mismo idioma. El oso sonrió y les dijo: Solo especies ingenuas de otra tierra serían capaces de confiar en la promesa de un lobo. Si son tan inteligentes cómo las especies de las aguas cálidas de su océano, síganme y vivirán.
El mono asustado decidió huir de lo que consideraba el mayor engaño de su existencia. El caimán atacó al lobo dejándolo sin patas en un movimiento. Mientras saboreaba los muslos de su víctima, las garras del oso le dejaron sin ojos. Al final de sus horas exclamó: ¡Quise engañar al mono y quedé tuerto y sin alma en medio del sabor polar y la furia incontenible de un oso tan grande cómo el hambre que tenía!
Del mono no se supo más. Algunos relatos dicen que cruzó el océano y al enterarse de lo sucedido concluyó: Mejor era congelarme que caer en la tentación de resolver el problema confiando en depredadores. ¿Y tú qué harías? ¿Escaparías exponiendo tu vida en el hielo desconocido? ¿Persuadirías al oso y al lobo de ser mucho más valioso que una cena?
En medio del miedo y la esperanza existe un recorrido inequívoco, marcado por nuestras decisiones. Confiar, huir, enfrentarse o elegir, implican un alto nivel de riesgo en todas las actividades del ser humano. ¿Cuáles son los criterios definidores de nuestras elecciones? ¿Reaccionamos de forma correcta frente a las circunstancias?
La estigmatización disminuida es el rechazo, menosprecio, desconsideración, intolerancia y la indiferencia sutil, disimulada o perspicaz, ocultando el repudio y la discriminación, para no dejar evidencia de exclusión, segregación o descortesía frente a una persona o comunidad, por razones de raza, origen, género, especie o condición social. Es el doble rostro de la apariencia engañosa presumiendo sensibilidad. La herramienta discursiva del contenido carente de razón. El faro del terror oculto en el camino de la paz.
Entre el oso y el lobo queda la sociedad actual si sufre la estigmatización disminuida.