Superar las dificultades es un asunto prioritario para el desarrollo personal, espiritual y social. Quien logra vencer la adversidad es un triunfador de la vida, el campeón que no se resigna, ni se conforma con la mediocridad del contexto o el estancamiento de la sociedad decadente. ¿Quieres alcanzar los ideales que inspiran tus metas? ¿Estamos dispuestos a vencer la decadencia? Este es el momento ideal para considerar nuestros valores.

La historia se ha sepultado en la fosa común de la corrupción. Los relatos de la sociedad decadente envuelven sucesos en los que la degeneración de los valores se vuelve costumbre. El hábito perverso se generaliza, haciendo cotidiano lo inmoral. La novedad no es qué se robaron, es descubrir quién se lo robó, porque hurtar el presupuesto público se volvió el fin de la mala política.

A la mayoría parece no importarle el daño ocasionado por los recursos desviados, ni los programas sociales que se quedan sin atender, porque lo que interesa es señalar a los responsables para satisfacer el morbo ocasionado por los escándalos favoritos. Se acusan unos a otros y pasan de acusadores a acusados, según el rol que se tenga, sea de gobierno o de oposición, en la obra estelar del cohecho.

Entre la prosperidad y el auge de una civilización existen rasgos indeseables conocidos cómo elementos de la decadencia. El declive, el fracaso y la derrota, son signos comunes de las sociedades decadentes en las que las personas viven el drama permanente de la insatisfacción. La promesa de cambio es la característica de la mentira que se anhela escuchar para olvidar las circunstancias del pasado.

La decadencia patológica es la proliferación habitual, permanente e incontenible de la corrupción causando grave afectación moral a la sociedad o al individuo, al impedir la reproducción de las buenas costumbres definidoras de la cultura, los principios y las tradiciones propias de la identidad. Es la caída de la sociedad en la enfermedad llena de síntomas antiéticos tolerados por la opinión pública.

Sus consecuencias evaluables y medibles son: Ausencia de liderazgo, atraso económico, crisis política, inseguridad, desorden social, déficit institucional y bajo nivel cultural. ¿Tienen cura? ¿Existe un tratamiento eficaz? La solución para la corrupción es la conservación. Preserva, resguarda, defiende y promueve tus principios. No permitas que la situación tuerza el carácter, ni la personalidad propia del ser que hace lo correcto.

Las razones superan los propósitos, si se ignora la ética. Que sea el objetivo: Debemos superar la decadencia patológica.

@JulioCesarHT