Tiempos difíciles se asoman para los productores rurales, no tanto porque el gobierno profundice el Fondo Gratuito de 3 millones de ha. para campesinos sin tierra o con tierra insuficiente, sino por la incertidumbre sobre cómo se obtendrán esas tierras, y por la amenaza de quienes se sienten autorizados para ocupar o invadir fincas productivas, con traumáticos impactos económicos y sociales.

La Hacienda La Oka, en Curumaní, Cesar, fue víctima de una ocupación por parte de 200 personas que amedrentaron a los trabajadores, le quitaron las llaves al administrador y se tomaron la finca, aduciendo que son parte de un “comité pro reivindicación de tierras” y, que, sencillamente, la necesitaban para trabajarla.

¿Qué preocupa? El ruido de la consigna zapatista que incendió a México empezando el siglo XX -¡La tierra para quien la trabaja!-, no tanto porque acceda a tierras el campesino que la trabaja, que es el objeto del Fondo, sino porque los invasores, en Cauca, Valle y la costa Caribe, no son campesinos, sino fichas al servicio de intereses ocultos, que buscan generar situaciones de conflicto alrededor de la propiedad privada y afectar el desarrollo normal de las actividades productivas, algo que el gobierno deberá evitar y enfrentar, si es el caso.

Preocupan esos grupos que buscan reivindicaciones con la violencia como procedimiento, siguiendo la ruta del CRIC en el Cauca, cuya “Plataforma de Lucha” busca la Recuperación de la Madre Tierra en virtud de pretendidos “derechos ancestrales”, con los que se sienten autorizados a invadir y destruir, incurriendo en graves delitos y violando el derecho a la legítima propiedad privada.

¿Qué rescato? La sensatez del propietario, que no acudió al enfrentamiento, sino a las autoridades. Rescato la respuesta de las autoridades: Alcaldía, Personería, Inspección de Policía, Defensoría del Pueblo, Ejército y Policía Nacional, frente a una ocupación que, como expresó Fedegan, vulneraba los derechos del propietario y los de sus trabajadores.

Y rescato, sobre todo, la solidaridad ganadera, que además me enorgullece como dirigente gremial. Debió ser emocionante para el propietario ver que no solo sus vecinos, sino desde Valledupar y municipios cercanos, aparecen más de 80 vehículos con ganaderos que no llegaban con ánimo retador ni violento, sino a decir “aquí estamos”, para acompañarlo solidariamente y para apoyar a las autoridades.

El resultado no pudo ser otro; los ocupantes abandonaron el predio pacíficamente, porque frente a la civilidad de los ganaderos y a la acción asertiva de las autoridades, sencillamente…, la violencia se doblega. ¡Ese es el camino!

@jflafaurie