El domingo suele ser el día más esperado por todos para compartiren familia, relajarse en casa, pasear, practicar deporte, etc., y en cualquiera de estas actividades el deseo es gozar de la compañía y el amor de los seres queridos. Los niños, en especial, esperan toda la semana para pasar ese tiempo con sus padres, hermanos y amiguitos sin los afanes escolares, jugando y recibiendo todo su cariño. En general, en cuanto llega el viernes, la motivación popular de que “el cuerpo lo sabe” nos llena a todos de felicidad por la cercanía de esa necesaria pausa semanal.

Paradójicamente, ese día en que la mayoría de la sociedad descansa es cuando ocurre la proporción más alta de hechos violentos en Colombia, como lo ratifican las estadísticas oficiales. Medicina Legal registró, durante los domingos del año pasado, 50.000 hechos clasificados como ‘lesiones no fatales de causa externa’, que incluyen violencia intrafamiliar, de pareja y delitos sexuales, entre otros, que superan con creces los ocurridos en los otros días de la semana.

Peor aún, en fechas especiales como el Día de la Madre, la Navidad y el festejo de fin de año, en los que se acostumbra organizar reuniones para celebrar en medio del amor familiar, se incrementan las agresiones y los enfrentamientos, muchos de ellos con consecuencias fatales. Lo peor es que muchas veces los detonantes son asuntos triviales que, alimentados por la intolerancia y la ingesta desmedida de licor y otras sustancias, terminan convirtiendo en tragedia esos bellos momentos de unidad familiar.

Para completar esta irracional realidadde la que los niños son las víctimas principales, esas agresiones que ocurren en el escenario del hogar crecieron un 4,5% entre 2017 y 2018. Igual pasó con los delitos sexuales contra esta población, que siguen en aumento y tienen como principales victimarios a los familiares. Es decir, que el lugar donde los pequeños deberían sentirse más seguros es donde tienen más riesgos de ser violentados. El año pasado, 9.545 menores de edadfueron violadas y quedaron embarazadas, entre ellas 5.713 niñas entre 10 y 13 años, equivalente a un 60% de las víctimas, de acuerdo con los datos revelados.

Dentro de esta espiral violenta, los homicidios también se incrementaron un 6,5%; en todo 2018 hubo 12.310 hechos, mientras que en 2017 fueron 11.373. Diariamente, el año anterior hubo 33 asesinatos en el territorio nacional.

Tristemente, los colombianos hemos cedido un espacio amplio a la intolerancia, permitiendo que sea la protagonista principal de la cotidianidad en la ciudad, en el campo e, incluso, –que es lo más grave– en los hogares. La decisión de seguir arrastrando con esa cadena de intransigencia en un país con tantas carencias sociales y desangrado por un largo conflicto armado y otras problemáticas de inseguridad, la tenemos, realmente, nosotros mismos. Empecemos por desarmar nuestro espíritu proclive al desencuentro y convirtamos nuestro hogar en un espacio de convivencia, respeto y amor.