Basta leer la literatura científica, informarse a través de los medios de comunicación, revisar las redes sociales o dialogar con familiares y amigos para percatarnos de la gravedad de la situación: enfermos y víctimas mortales por doquier. Enfrentamos un crecimiento exponencial de casos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es impulsado por “la confusión, la complacencia y la inconsistencia en las medidas de salud pública y su aplicación”.
Aun cuando ya han sido aplicadas más de 780 millones de dosis de vacunas en el planeta, el virus continúa expandiéndose. Por ello, junto al necesario proceso de inmunización, deben continuar siendo obligatorios el autocuidado personal y la perentoria atención a las recomendaciones y decisiones de confinamiento gubernamentales.
En conjunto, Barranquilla y el Atlántico superaron el promedio diario de 3.000 contagiados, terrible realidad que ha puesto al sistema local de salud contra la pared por la ocupación casi total de camas de cuidados intermedios e intensivos. Mientras la positividad en el país ha sido de 25,1% durante lo que va de abril, en Barranquilla alcanza el 32,5%, un crecimiento acelerado que ha sido definido por el Instituto Nacional de Salud como “hipercontagio”, coyuntura que conjuga el relajamiento del cuidado y de las medidas restrictivas con la presencia de nuevas variantes del virus. Los otros municipios con alta incidencia son Puerto Colombia y Soledad, con un aumento de casos, entre febrero y marzo, superior al 380 %, de acuerdo con la Gobernación. En el caso de Barranquilla, la Alcaldía Distrital expresa que en este crecimiento también incide el mayor índice de exámenes diagnósticos.
El Gobierno Nacional anunció el compromiso de alcanzar los 4 millones de vacunados el próximo 25 de abril, garantizado con la tenencia de las dosis necesarias. Confiamos en que el plan se cumpla sin inconvenientes y que la ciudadanía, consciente de la importancia de la inmunización, acuda a los puntos para su aplicación, de acuerdo con su citación y grupo poblacional.
En medio de la crisis no podemos bajar la guardia ni tampoco dejarnos vencer por la fatiga pandémica o el miedo que, claramente, están afectando la salud mental de todos. Está comprobado que la distensión de las precauciones incide directamente en la multiplicación del contagio y, por ende, en las tasas de mortalidad. Además, cuanto más circula el virus en la población, mayor será la probabilidad de mutación y de que adquiera una capacidad de contagio y virulencia superiores que agrave aún más la pandemia.
Hasta ahora la mejor opción a la vista para amainar la pandemia es el trinomio virtuoso del autocuidado, el distanciamiento social y la inmunización. Hagamos nuestro máximo esfuerzo personal y mancomunado para vencer este letal enemigo invisible y poder darle nuevo rumbo a nuestra vida y a la sociedad con las lecciones aprendidas.
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