
Corralejas: catástrofes anunciadas
Con frecuencia, este espectáculo es duramente criticado, justamente, por las escasas condiciones de seguridad con que suele contar, la falta de control de las autoridades, la cantidad de heridos resultantes del show y por el evidente maltrato a los animales expuestos en la arena.
El episodio doloroso del pasado 26 de junio en El Espinal (Tolima), donde se desplomaron ocho de los 44 palcos de las corralejas, con saldo de 4 muertos y 300 heridos -entre los fallecidos, un bebé de 14 meses, siendo su presencia algo absolutamente irracional en un evento solo para adultos-, obligó a retrotraer la discusión sobre la continuidad de esta festividad tradicional en Colombia.
Este espectáculo, muy arraigado a la cultura y las costumbres lúdicas traídas por la España colonizadora, está hoy afincado en las tradiciones de muchas poblaciones del país. La consolidación de las corralejas se dio en el ámbito rural a través de las labores de ganadería en las haciendas coloniales, desde donde fueron pasando a las áreas urbanas, llevadas por las oleadas de migraciones de campesinos, para seguir gozando sus tradiciones en el espacio urbano.
Pese a que las fiestas de corralejas en Sincelejo quedaron marcadas por la tragedia del desplome del escenario en 1980, cuando murieron 500 personas y más de 2000 resultaron lesionadas, y la organización fue suspendida durante varios años; posteriormente fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Nación en 2009, reviviendo este dantesco espectáculo. En el caso del Tolima, se ha advertido que la construcción tuvo materiales de mala calidad y que había sobrecupo en los palcos.
Con frecuencia, este espectáculo es duramente criticado, justamente, por las escasas condiciones de seguridad con que suele contar, la falta de control de las autoridades, la cantidad de heridos resultantes del show y por el evidente maltrato a los animales expuestos en la arena.
Las agremiaciones de protección animal suelen manifestarse en contra de su realización a causa del padecimiento al que son expuestos los toros durante la lidia, así como los caballos que también suelen ser usados para el toreo y que, generalmente, carecen de los elementos de protección necesarios.
Aunque ha habido intentos legales para su prohibición generalizada así como con los espectáculos de la tauromaquia, las corralejas están amparadas por la legislación. Sin embargo, a raíz de este último suceso, en departamentos como Atlántico y Bolívar ya han sido suspendidas en algunos municipios. Incluso, la gobernadora atlanticense Elsa Noguera se pronunció por Twitter señalando: “Para muchos, las corralejas son una tradición, pero debemos ser conscientes del peligro que representan para quienes participan en ellas y para nuestros animales. Por eso les pido a los alcaldes del Atlántico que no autoricen más estos eventos, protejamos primero la vida”.
Ante acontecimientos trágicos como el del Tolima es deber de las autoridades la preservación de la vida y la seguridad de las personas, así como también atender las recurrentes quejas de maltrato animal, bien sea a través de la regulación estricta de estos eventos, con vigilancia permanente y sanciones por incumplimiento de requisitos, o con su prohibición definitiva. La vida del ser humano y el buen trato a los animales deben ser siempre prioridad.
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