Apenas el reloj marca las 12 p.m. del 31 de diciembre, aún bailando al compás de la música navideña tradicional y dándole paso al nuevo año, los curramberos nos sumergimos en el festín más alegre y popular de esta tierra caribeña: el Carnaval de Barranquilla, declarado Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco y considerado la más importante fiesta vernácula del país. Esta importante festividad es una herencia europea que se moduló con la influencia indígena y africana, tomando una identidad propia y singular, en la cual todos los barranquilleros participamos y aportamos profusamente la alegría de nuestro espíritu. Incluso, la natura hace su aporte con un sol luminoso, un cielo azul claro y las frescas ventoleras.

Una de las características particulares de nuestro Carnaval es que no se limita a los cuatro días de fiesta, sino que lo enriquecemos con eventos precarnestoléndicos de gran arraigo popular, como los festivales de danzas y comedias, la Lectura del Bando, la Guacherna, la Coronación de la Reina, etc., todos ellos, de participación popular y goce de bordillo.

Esta alegre fiesta, que data del último cuarto del siglo XIX, es la temporada ideal para el goce, el baile y el desestrés; además, la mamadera de gallo, la burla y la mofa social que, lejos de ofender, nos permiten sobrellevar y hasta nos hacen reír de nuestras preocupaciones, limitaciones y defectos, dándoles un tono caricaturesco que nos ayuda a purgarnos de pesares y complejos.

Son múltiples los espacios carnestoléndicos que fungen como “purgatorio de pesares”, como es el caso de la ya famosa ‘Pared del cacho’, en el barrio La Cruz de Mayo, iniciativa de un grupo de vecinos que decidieron mofarse de sus desengaños amorosos y dejarlos inmortalizados en un muro, a manera de catarsis, desternillándose y burlándose de su experiencia cornuda. Igualmente, conformaron la Asociación de Cachones de Soledad (Asocasol), desde hace 20 años. Este año incluirán a Shakira como miembro ilustre.

Ese efecto purificador carnestoléndico nos da a los barranquilleros motivación para vivir y gozar aun en medio de incertidumbres y problemas, no con la intención de desatenderlos, sino asumirlos desde un cristal alegre para remediarlos.

En medio de las actividades cotidianas, démosle paso al excelso goce y al efecto liberador y catártico que nos proporciona cada año el Carnaval de Barranquilla, fuente inagotable de alegría. ¡Quien lo vive es quien lo goza!