La cadena de motivos para explicar el ataque con un misil a la tranquila pizzería donde se encontraban reunidos los periodistas colombianos Héctor Abad, Sergio Jaramillo y Catalina Gómez con la escritora ucraniana Victoria Amelina en Kramatorsk, ciudad del Este de Ucrania, no da sustento a la lógica que quiere desplegar la diplomacia rusa.
Hasta ahora Vladimir Putin y su gobierno han evitado el empleo de expresiones como "guerra" y "ocupación", que lo son efectivamente, originadas en políticas de expansión territorial que han llevado destrucción y desolación al pueblo ucraniano obligado a defenderse de la agresión del Goliat ruso. Las declaraciones del embajador de Rusia en Colombia no pueden ocultar que se trata en efecto de un atroz conflicto bélico, el bellum de los romanos que se traduce sin más vueltas por guerra, expresión consagrada por el "imperator" Julio César que la utilizó para titular en latín su libro "La Guerra de las Galias", otra historia devastadora de agresión militar romana sobre pueblos al otro lado de los Alpes italianos. El libro de Julio César es lectura obligada en razón a lo bien escrita que le quedó.
Cuando leí la noticia del bombardeo a la pizzería en donde "no debían estar" los periodistas colombianos porque según dijo el embajador de Rusia "no es lugar apropiado para degustar platos de la cocina ucraniana", (tampoco son apropiados hospitales y escuelas que han sido bombardeados), me encontraba leyendo la historia y cronología de Rusia escritas por el historiador y divulgador científico que fue el ruso Isaac Asimov, exiliado después en los Estados Unidos. Es sorprendente que durante los siglos XVII y XVIII los zares Romanov, incluida la Zarina Catalina I, ocuparon o anexionaron con sus ejércitos toda Ucrania o parte de ella, impulsados por sus guerras expansionistas. Historia larga y cruenta la de los ucranianos. La escritora ucraniana Victoria Amelina, que resultó gravemente herida por una lesión en el cráneo tras el ataque del misil sobre la pizzería de Kramatorsk, ya había escrito que "en Ucrania es imposible escribir de otra cosa que no sea la guerra", refiriéndose a la situación opresiva sobre su país. Triste y desgarrador comentario de una escritora a quien la guerra coarta la libertad creativa. Y pensar que la reunión de los escritores víctimas del mísil se dio porque en Kiev tenía lugar una pacífica Feria del Libro, y no por motivo exclusivamente de una cena de degustación, que por lo demás justifica un encuentro de amistad en un inofensivo restaurante para soñar con la paz por encima de la guerra.