No habrá faltado algún insolente, desde la tribuna o desde un medio de comunicación, que lo tratara de ‘pecho frío’. Y todo, por desconocimiento del juego, porque Karim Benzema hace unos años jugaba para favorecer la soberbia y avasallante personalidad goleadora de Cristiano Ronaldo y en función del Real Madrid, su equipo hace ya una década.

Porque Benzema era introvertido, anti mediático sin poses de vedette, y hasta celebraba sus goles ‘demasiado frío’. Antes era un facilitador, como se autodefinió el legendario Tostao en la maravillosa Brasil 70 de Pelé y Jairsinho, (“dos explosivos delanteros que iban rápidamente al gol,”) de dos veloces y obsesos por el arco rival como Cristiano y Bale. Un punto de necesario sosiego en ese vertiginoso ataque blanco (la famosa BBC).

Hoy, Benzema es, sin dudas, el más completo delantero del mundo. El mejor técnicamente y el más inteligente tácticamente. Sus maravillosas habilidades individuales, como el control orientado, el toque sensible y preciso, el cabezazo, el manejo del balón en velocidad usando las dos piernas con la misma destreza y la perfecta ejecución final de las jugadas dentro o fuera del área rival, le sirven por si solas para ser excelente, pero además, le agrega una extraordinaria concepción colectiva a su juego, entiende cómo actuar en cada zona del campo, qué pide cada situación del partido, elige con acierto casi siempre, y eso lo hace el mejor.

Benzema es un calificado especialista en todo: inicia, conduce, asocia, desequilibra, remata, define. En aquellos lejanos años en los que los admiradores de Alfredo Di Stéfano lo consideraban mejor que Pelé, decían que este era el mejor solista, pero el gran ídolo del Madrid era la orquesta completa. Un símil que definía exactamente el estilo de juego del fallecido crack hispano-argentino.

A Benzema, para resumir su exquisita, efectiva y omnipresente forma de andar e influir en el juego, Fabio Capello, el reconocido técnico italiano, lo asemejó a Di Stéfano. Fútil sería de mi parte cualquier intento por mejorar tan contundente definición. Después de los tres goles que convirtió ante el Chelsea, en el partido de ida de cuartos de la Champions League, declaró que no juega para ser el mejor jugador. Claro que no, él juega para hacer mejor al Real Madrid.

Él es el mejor porque su talento superior, sus goles, su liderazgo y su espíritu afiliativo los pone al servicio del equipo. Y lo hace con tanta estética y espectacularidad que el planeta fútbol, aunque él no lo busque, lo elige- elegimos- como el mejor jugador del mundo hoy por hoy.