#LaHabanaDejó
El acuerdo nos dejó una JEP en su gran mayoría inoperante, con escándalos y sin resultados importantes
Hace cuatro años muchos colombianos votamos “No” en el plebiscito que debía dar vía libre a los acuerdos de La Habana. En mi caso no solo voté “No”, sino que fui a muchos debates a expresar por qué ese sería mi voto, hoy, la mayoría de argumentos esgrimidos ya no son un vaticinio, sino una realidad.
Se ha querido demeritar ese resultado diciendo que estuvo lleno de mentiras, pero las verdaderas mentiras vinieron de las Farc y se las creyeron quienes estuvieron en la “negociación” de La Habana.
Es que la “negociación” empezó mal. Un acuerdo debe nacer en un lugar neutral, que históricamente no haya favorecido a la guerrilla, y que, además, sea una democracia, por eso desde que se escogió a Cuba como sede ya íbamos mal, y peor si a esto le sumamos que Venezuela, sí, la de Chávez y Maduro, la que desconoce derechos humanos a diario, fue uno de los garantes.
Perdimos una oportunidad histórica cuando no ejercimos el derecho que ganamos en las urnas, cuando en vez de volver a votar se dejó en el Congreso la “refrendación” de los mismos y que no fuimos más categóricos en las mesas de negociaciones.
Jamás se debió dar participación política a ningún terrorista o guerrillero hasta que al menos no hubiera pedido perdón a sus víctimas y reconocido sus graves delitos.
Ninguna verdad ha salido a flote. Poco reconocimiento de delitos de lesa humanidad, rutas del narcotráfico, de las armas o de medios de lavado de activos de la gran fortuna que, estoy seguro, aún tiene las Farc.
El acuerdo nos dejó una JEP en su gran mayoría inoperante, con escándalos, sin resultados importantes y que ni siquiera muestra confiabilidad y operancia.
Quienes critican al gobierno lo hacen exigiendo que se cumplan los acuerdos de manera inmediata y urgente, pero los acuerdos se cumplen a la velocidad y en la capacidad que el país puede. Si a los exterroristas y exguerrilleros no les gusta es porque no tienen ni tuvieron voluntad real de paz, nosotros no le debemos nada a ellos, ellos a Colombia sí, y mucho, en vez de criticar y quejarse deben empezar a pedir perdón, a reparar y a construir.
Se habla de disidencias, pero disidencias no son, tienen el mismo nombre y son aquellas mismas personas que antes del acuerdo estaban haciendo lo mismo que hoy hacen, si quieren dar muestra al país de que son disidencias y que nada tienen que ver con aquellos firmantes del acuerdo deberían empezar por cambiar el nombre del partido político.
Soy creyente de las segundas oportunidades, lo reitero una vez más, siempre y cuando haya precedido un compromiso de resocialización, de decir las cosas que hicieron, de arrepentirse, de reparar y de no reincidir. En las cabezas visibles de las Farc no veo eso por parte alguna.
Es hora que la JEP actúe o la reformemos por las vías legales. Creo que merecemos un país en paz, pero no que se escriba la historia vendiendo a las Farc como rebeldes incomprendidos, sino como lo que fueron: graves delincuentes que obtuvieron de Santos un regalo del que han abusado hasta hoy impunemente sus cabecillas.
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