
En España, especialmente en Madrid y en lugares muy cercanos, se han borrado las “huellas” de la dictadura franquista, los nombres de militares que enmarcaban muchas calles han sido modificados por los de poetas o artistas e incluso, la sepultura del general Franco, luego de un debate muy álgido fue retirada del sitio donde estaba, el cuerpo del dictador fue removido y exhumado del Valle de los Caídos bajo la premisa que al cambiarlo de lugar se ponía fin a una afrenta moral que pesaba sobre los españoles desde 1975 al enaltecer la figura del dictador en un espacio público. Pedro Sánchez, actual jefe del gobierno español, manifestó en su momento que “la España actual es fruto del perdón, pero no puede ser producto del olvido”.
Esto se debe traer a colación en Colombia con la muerte de Jhon Jairo Velásquez alias “Popeye”, ya que muchos afirmamos que estos personajes siniestros, delincuentes peligrosos, deben ser puestos en su real dimensión histórica, en la lista de criminales, de ejemplos a no seguir, la historia debe recordarlos como personajes que hicieron mucho daño a la democracia, a la ciudadanía, a la juventud y no enaltecerlos en ninguna dimensión.
Igual debe suceder con Mancuso, Jorge 40 y otros líderes paramilitares. El recuerdo que las futuras y presentes generaciones tengan de estas personas no puede ser el de defensores de derechos o combatientes, y mucho menos de héroes, debe ser el de delincuentes que se reinsertaron y que se arrepintieron solo en algunos casos, por ello con mayor vehemencia para aquellos que ni se reinsertaron ni se arrepintieron su reseña debe ser la de peligrosos violadores de derechos humanos.
El caso español debe servir para que Colombia cambie de inmediato la forma en la que se llaman instituciones educativas, plazas, calles y otras infraestructuras que llevan el nombre de personas que tanto daño hicieron al país, como el de Carlos Pizarro León Gómez. Así mismo, se deben retirar los monumentos en honor a delincuentes de lesa humanidad, como las cuatro esculturas realizadas por ex combatientes de las FARC con la ayuda del escultor José Ropero Reyes, como distinción a los delincuentes “Mono Jojoy”, “Jacobo Arenas”, “Alfonso Cano” y “Tiro Fijo” y que se encuentran en la zona veredal Urias Rendón, ubicada en La Macarena, Meta.
Es urgente que se retiren estas esculturas donde quieran que estén y que se remuevan los nombres de estas personas que no son ejemplo de nada y que no merecen estar “honrados” en instituciones educativas o monumentos.
Exactamente sucede igual con las placas en cualquier obra pública en donde este el nombre de una persona condenada por delitos contra la administración pública o sancionada por la Procuraduría o la Contraloría General de la Nación. No puede quedar en la historia de Colombia el reflejo de que se halaga a un corrupto en un bien o servicio público.
PD: El Colegio de Abogados Penalistas de Colombia, del que hago parte, realizará un congreso el próximo 6 y 7 de marzo en el Hilton Garden de Barranquilla. Invito a todos los abogados penalistas litigantes que quieran participar a estar pendiente de la cuenta de twitter @CPenalistas para inscribirse.
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