Este año se celebró, como si hubiera algo que celebrar, la reforma que permitió que en Colombia se instaurara la cadena perpetua para ciertos delitos, en especial, contra menores.

Hoy después de que esa reforma fuera realidad el país llora la muerte en Antioquia de Sofía Cadavid. Triste que tenga nuestro país que seguir viviendo este drama para que se entienda que jamás en Colombia el aumento de penas ha servido para disminuir el delito, jamás ha bajado la tasa de delincuencia un delito al que se le suben las penas, jamás crear un delito ha servido para que esa conducta que se tipificó se deje de cometer.

Por esto la oposición a la cadena perpetua es legítima, la oposición a las penas que se suben y suben como si fueran objeto de subastas tiene su por qué.

A Sofía Cadavid, a Yuliana Samboni, a cada niña y niño que ha sido violado, torturado, ultrajado y luego víctima de homicidio o feminicidio, ha tenido siempre la oportunidad de revertir su historia si el estado hubiera actuado correctamente y si las reformas no se enfocaran en buscar venganza o en esconder el problema detrás de una reja para toda la vida, porque la venganza no revive a ningún menor, porque cuando se esconde un problema siempre llega otro.

Cada niño o niña agredido salvajemente tuvo en su familia una alerta temprana, cada uno de ellos tuvo una denuncia previa que no fue atendida por el derecho de familia o de policía, cada niño o niña tuvo un profesor o un psicólogo del colegio que debió ver las señalas de alarma de maltrato y es allí donde se falla.

Cada persona que haya visto a un menor abusado y no lo haya denunciado tiene parte en este fracaso al no proteger a los menores.

La verdadera respuesta está en atender con seriedad y medidas eficaces las primeras denuncias de violencia o agresión contra nuestros menores, fortalecer las Comisarias de Familia, la labor de la Policía, separar rápidamente al agresor ante las denuncias justificadas y con prueba sumaria de la víctima, el estado debe tener presente que debe haber una ayuda económica contra el padre o madre que quiere denunciar el maltrato, que si no se atiende puede terminar en la muerte del menor, porque quien agrede por regla general tiene en sus manos el sustento de la familia y por ende al resto del círculo familiar le da miedo quejarse, por necesidad y hambre.

¿Hasta cuándo el derecho penal será utilizado para populismo? ¿Hasta cuándo se pensará que el derecho penal soluciona los vacíos que la sociedad viene dejando? La protección real de los menores no está en penas largas sino eficaces y sobre todo en fortalecer la prevención y darle mucha fuerza a las entidades que deben prevenir, como lo son el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar - ICBF, las Comisarias de Familia, los colegios y los jardines, ellos deben tener todas las herramientas que permitan identificar cuando un menor es objeto de abuso y agresión y tomar medidas para protegerlo de inmediato.