Hace ya más de cuatro años, en medio de la pandemia de covid-19, escribí una de mis primeras columnas para EL HERALDO, donde elaboré un poco sobre la relación entre la dispersión de enfermedades zoonóticas y el uso insostenible de la naturaleza. En aquel entonces, advertí sobre el riesgo de futuras pandemias si no aprendíamos las lecciones y cambiábamos nuestro comportamiento.
En un abrir y cerrar de ojos, se nos ha presentado un riesgo sustancial de transmisión zoonótica. La gripe aviar H5N1, una cepa altamente patógena y transmisible, no solo se ha convertido en una amenaza existencial para la biodiversidad mundial al infectar a más de 150 especies de aves silvestres y domésticas, sino que también posee el potencial de desencadenar la próxima gran pandemia zoonótica que afecte a la humanidad. Esta cepa del virus ya ha dado el salto a decenas de especies de mamíferos, demostrando su capacidad para atravesar la barrera entre especies.
El brote actual de gripe aviar es el peor registrado a nivel global con cientos de millones de aves muertas desde que se detectó por primera vez en aves acuáticas domésticas en China en 1996. La enfermedad se transmite fácilmente, y el cambio climático está alterando los patrones migratorios de las aves, exacerbando aún más su propagación y recirculación en las granjas avícolas. La propagación del H5N1 a mamíferos como zorros, pumas, hurones y osos negros y pardos en las Américas es un llamado de atención sobre su potencial zoonótico. Aún más alarmante es que al menos 24.000 leones marinos murieron en Perú, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil entre enero y octubre de 2023, evidenciando una capacidad de rápida transmisión. En Estados Unidos, más de 80 hatos lecheros han sido infectados con el virus en 11 estados desde finales de marzo, y tres trabajadores han dado positivo. Si el virus continúa mutando y adquiriendo la capacidad de transmitirse eficientemente entre humanos, con su tasa de mortalidad superior al 50%, podríamos enfrentar una crisis sanitaria global de proporciones catastróficas.
Incluso en Colombia, que hasta hace poco se consideraba libre de esta enfermedad, se detectaron los primeros casos de influenza aviar de alta patogenicidad en aves de traspatio en octubre de 2022. Aunque el país ha logrado mantener su estatus de libre de gripe aviar, debemos prepararnos para una posible propagación.
El riesgo de una nueva pandemia causada por el H5N1 u otro patógeno zoonótico es real e inminente. No podemos ignorar las señales de advertencia ni los factores que facilitan el salto de enfermedades de los animales a los humanos, como la destrucción de hábitats naturales y las prácticas insostenibles de explotación de la tierra. Eso sí, en el improbable caso de esa emergencia, estamos mucho mejor posicionados que lo estuvimos para el covid-19. Sin embargo, tener la capacidad de responder no es lo mismo que responder adecuadamente. Este brote de gripe aviar resuena inquietantemente con los primeros meses del covid-19, evidenciando patrones similares de falta de coordinación.
La pandemia de covid-19 nos dio una lección invaluable sobre la importancia de estar preparados y de examinar nuestra relación con el entorno natural. No podemos permitirnos ignorar las advertencias que la naturaleza nos está dando sobre una potencial transmisión zoonótica, ya sea a través de la gripe aviar u otro patógeno. Es crucial que tomemos medidas ahora para prevenir y estar listos para la próxima pandemia antes de que sea demasiado tarde.