En medio de un constante vaivén de noticias geopolíticas que mantienen al mundo en vilo, un cambio fundamental se está gestando en el sistema energético global. Las compañías petroleras Exxon Mobil y Chevron, gigantes de la industria, están moviendo gradualmente sus operaciones desde Eurasia hacia el hemisferio occidental a través de grandes inversiones. Este cambio sísmico tendrá repercusiones significativas y plantea la pregunta: ¿estamos acercándonos al temido "tope de petróleo"?

Primero, ¿qué es el "tope de petróleo"? Es un hecho irrefutable que el petróleo, un recurso finito, se agotará en algún momento. Si bien la cantidad exacta y la ubicación de las reservas son temas sujetos a interpretación, sabemos que ya hemos extraído la mayor parte de las reservas de fácil acceso. Esto nos obliga a explorar límites cada vez más lejanos y a emplear tecnologías más avanzadas, como la perforación en aguas profundas y el fracking. A medida que seguimos extrayendo más petróleo, enfrentamos la realidad de que en algún momento la producción dejará de aumentar y comenzará a disminuir de manera irreversible.

El debate sobre cuándo ocurrirá este punto crítico y cuán significativo será, está en marcha. En 1956, el geofísico M. King Hubbert formuló la teoría del "pico de petróleo" y predijo que llegaría en el año 2000. Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía afirmó en 2006 que ya habíamos alcanzado ese punto. La realidad demostró lo contrario en 2018 cuando la producción mundial de petróleo volvió a alcanzar un nuevo pico.

El mes pasado, Exxon Mobil y Chevron, las dos mayores compañías petroleras de Estados Unidos, anunciaron planes de inversión de más de $50 mil millones de dólares cada una para adquirir empresas más pequeñas y aumentar la producción de petróleo y gas durante décadas. Exxon está expandiendo su presencia en la Cuenca Pérmica, una zona rica en petróleo y gas que abarca Texas y Nuevo México, mientras que Chevron está apostando fuertemente por la producción en aguas profundas frente a la costa de nuestro vecino Guyana, el país con mayor crecimiento de prospección de petróleo en el hemisferio occidental.

Estas inversiones son una señal de que las grandes petroleras están apostando a la perforación de petróleo y gas y al procesamiento de combustibles tradicionales, mientras invierten relativamente poco en fuentes de energía alternativas, como la eólica, la solar y las baterías para autos eléctricos. Esto plantea un dilema sobre el concepto del "tope de petróleo", ya que parece que las compañías petroleras están apostando por un futuro basado en los combustibles fósiles en lugar de diversificar hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles.

Sin embargo, un informe exhaustivo de la Agencia Internacional de la Energía ha llegado a la conclusión de que la demanda de petróleo, gas y otros combustibles fósiles alcanzará su punto máximo para 2030, a medida que aumenten las ventas de autos eléctricos y el uso de energía renovable. Esta desconexión entre las compañías petroleras y lo que predicen los expertos en energía nunca ha sido tan evidente. Hay una disonancia entre sectores que, como país que sigue dependiendo de los recursos del sector energético, no podemos pasar por desapercibido. ¿Por qué Exxon Mobil y Chevron estarían invirtiendo tanto en un sector que se estima que a finales de la década llegue a su pico?

El dilema del "tope de petróleo" se cierne sobre nosotros. Colombia y otros países en desarrollo en el hemisferio occidental deben considerar su posición en este cambio de paradigma. Las inversiones masivas de Exxon Mobil y Chevron plantean interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de la industria petrolera. La desconexión entre las predicciones de la demanda de combustibles fósiles y las inversiones actuales requiere una reflexión seria y un dialogo amplio. En última instancia, el futuro energético es más incierto que nunca, y la toma de decisiones estratégicas será clave para enfrentar los desafíos que se avecinan en este nuevo escenario energético global.