En Barranquilla, en la desembocadura del Río Grande de la Magdalena, nos encontramos maravillados ante la Cumbre Amazónica de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), realizada en la ciudad hermana deltaica de Belém do Pará, ubicada en la desembocadura del imponente río Amazonas, los días 8 y 9 de agosto. Los ocho países sudamericanos que comparten el vasto bioma amazónico se congregaron para fortalecer su colaboración y presentar la Declaración de Belém, un documento que resume sus compromisos conjuntos en pro de la región.

Este logro histórico marcó la primera vez desde la cumbre de 2009 que los funcionarios y líderes de los ocho países miembros de la OTCA - Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela - se unieron con un propósito común. La cumbre tiene vital importancia, no solo para reforzar la cooperación entre las naciones amazónicas, sino también para abordar en conjunto los aspectos medioambientales, sociales y económicos. En una región con más de 50 millones de habitantes, garantizar servicios básicos como la atención médica se convierte en una prioridad ineludible. Además, es crucial tener presente que más de 420 comunidades indígenas de Sudamérica consideran a la Amazonia como su hogar, subrayando su carácter multicultural.

Este ejercicio de colaboración en la Amazonía nos lleva a cuestionar por qué no podemos aplicar una perspectiva similar al Caribe y aspirar a una atención global comparable. Las similitudes entre el Caribe y la Amazonía son innegables. No solo comparten el término "Caribe", cuyos orígenes se remontan a la misma desembocadura amazónica donde tuvo lugar la cumbre, sino que también cuentan con una población similar, alrededor de 50 millones de habitantes. Ambas regiones presentan una diversidad de idiomas oficiales y albergan la presencia de comunidades indígenas y tribales arraigadas en sus territorios. Además, los ecosistemas estratégicos que caracterizan a estas áreas cumplen un rol esencial como sumideros de carbono, enfrentando de manera directa las consecuencias del cambio climático. Así surge la pregunta: ¿Por qué no podemos abordar el Caribe desde una perspectiva compartida, priorizando su bienestar y conservación de manera similar?

En este contexto, el concepto de "carbono azul" cobra relevancia, centrado en la captura y retención de carbono por ecosistemas oceánicos. Las praderas marinas, manglares y marismas salinas se identifican como las principales reservas de carbono azul. Estas áreas de conservación son vitales en la lucha por la neutralidad de carbono, al representar bastiones contra el cambio climático. Paralelamente, el Mar Caribe enfrenta una ola de calor sin precedentes, con graves implicaciones para los frágiles arrecifes de coral, la biodiversidad que albergan y las economías que sustentan. Las altas temperaturas representan un riesgo para los sistemas marinos, agravado por especies invasoras y enfermedades. Expertos advierten que, si no se toman medidas enérgicas, el 90% de los arrecifes tropicales, incluyendo a los del Caribe, podrían extinguirse en 20 años, afectando a 500 millones de personas cuya subsistencia y protección costera dependen de los sistemas coralinos.

La sincronicidad de estos dos escenarios - el énfasis en el "carbono azul" y las amenazas climáticas al Mar Caribe - subraya la urgencia de la acción regional. El Caribe no debe ignorar la lección de cooperación de la Amazonía. Colombia, una nación que ha desempeñado un papel clave en organizaciones como la Comunidad del Caribe (CARICOM) y la Asociación de Estados del Caribe (AEC), puede liderar este movimiento y promover con urgencia la Cuenca del Caribe como región prioritaria. En un mundo que busca soluciones a desafíos globales, el Caribe puede tomar como ejemplo a la Amazonía al unir fuerzas, fomentar la cooperación y cultivar una visión integral que vaya más allá de las fronteras nacionales, con el propósito de proteger ecosistemas estratégicos para la lucha contra el cambio climático y garantizar la sostenibilidad de la región. El tiempo apremia y la acción es esencial; el futuro del Caribe está en juego.