La próxima vez que vayas a la naturaleza, mira al suelo. Pocos tenemos en cuenta el mundo microscópico y biodiverso que se encuentra a nuestros pies. Es un mundo poco estudiado, donde tenemos grandes lagunas en nuestros conocimientos, ya que sólo se ha descrito el 1% de la biodiversidad que existe en los suelos. Aun así, la importancia de los suelos no puede ser exagerada. Sin suelos saludables, habría poca vida en la tierra y seguramente sin vida humana. De hecho, la mayoría de los alimentos que consumimos dependen directa o indirectamente de la fertilidad del suelo. Vulnerable al cambio climático y de uso insostenible de la tierra, la biodiversidad del suelo no está siendo protegida. La gran mayoría de las zonas críticas para la conservación de esta biodiversidad, incluyendo áreas del Caribe colombiano como Magdalena y Cesar, no cuenta con alguna figura de protección.
Las lagunas de conocimiento no se limitan a la ciencia. En cuanto a las políticas, los organismos nacionales e internacionales carecen de medios sistemáticos para vigilar y proteger la biodiversidad del suelo. A escala mundial, la biodiversidad del suelo sigue siendo un punto ciego: la mayoría de las Partes del Convenio sobre la Biodiversidad no protegen los suelos, ni su biodiversidad de forma explícita. Y aunque la salud del suelo exige más esfuerzos de los gobiernos, a nivel local se ha venido adoptando rápidamente métodos más beneficiosos para la biodiversidad. Los agricultores, por ejemplo, han expresado un interés cada vez mayor por la regeneración del suelo y el secuestro de carbono que esto conlleva. Están buscando maneras de devolver la materia orgánica al suelo para reducir la erosión. También quieren asegurarse de no talar la vegetación hasta dejar el suelo desnudo.
Asimismo, una de las últimas grandes esperanzas de evitar un cambio climático catastrófico se encuentra en los suelos. La Tierra posee cinco grandes reservas de carbono. De esas reservas, la atmósfera ya está sobrecargada; los océanos se están acidificando al saturarse de carbono; los bosques están disminuyendo y las reservas subterráneas de combustibles fósiles se están vaciando. Esto deja al suelo como el depósito más probable de inmensas cantidades de carbono. El secuestro de carbono en el suelo puede producir un triple dividendo: reduce el cambio climático al extraer carbono de la atmósfera, restaura la salud de los suelos degradados y aumenta el rendimiento agrícola.
Esta nueva manera de ver a los suelos tiene la posibilidad de impulsar un cambio de paradigma en la agricultura, provocando el abandono de prácticas convencionales como la labranza, la eliminación de residuos de cultivos, el monocultivo, el pastoreo excesivo y el uso generalizado de fertilizantes químicos y pesticidas. Incluso el ganado vacuno, al que se suele considerar culpable del cambio climático porque expela al menos 25 galones de metano al día, está siendo estudiado como potencial aliado a la solución al cambio climático por su papel en la fertilización natural del suelo y el ciclo de los nutrientes.
Los conservacionistas llevamos años dando la voz de alarma sobre la pérdida de biodiversidad, muchas veces ignorando la biodiversidad minúscula debajo de nosotros. Ha llegado el momento de mirar al suelo y reconocer lo que se ha pasado por alto.