Y otra vez Junior quedará por fuera del grupo de los ocho y verá la final de la Liga por televisión. Nada nuevo.
Lo mismo de Amaranto, lo mismo de Cruz Real, lo mismo de Bolillo y otra vez lo mismo de Reyes. Visto está que el problema no son los técnicos.
Junior parece un hotel. Entran y salen jugadores. Otros se enquistan “clavando” al equipo con contratos multianuales que son perdedera de tiempo y dinero. Y viven como ricos mientras el Junior futbolísticamente es un pobre equipo. Ellos en penthouse, Junior en el sótano.
La hinchada sufre, pero a ellos les importa un pito. Plata asegurada (y bastante). Les da igual si ganan, pierden o empatan. O si juegan o si no juegan. Hacen pataleta por todo. Llaman a los dueños a quejarse. Nunca son responsables de nada. Son los dioses del Olimpo.
Caminan como entre nubes como si fueran Messi o Cristiano. Pasaron del bus a la camioneta 4x4 y del alquiler a los apartamentos lujosos y se olvidan de su profesión.
No le hablan a la prensa, se alejan de los aficionados, porque están convencidos de que son la causa de su bajo rendimiento.
La famosa “mejor nómina del país” dejó de serlo, pero quedó como “la más costosa” e ineficaz de la liga. No les ganan a los grandes, los chicos se los gozan.
Equipos con nómina diez o veinte veces menos están por encima de ellos. Hay ¡diez equipos por encima del Junior! y ellos ni se han percatado. Entran al terreno de juego como si fueran los líderes absolutos y juegan a poco, o tal vez a nada.
Desde hace cuatro años, Junior no es ni equipo grande, ni chico. Es un equipo de mitad de tabla y lejos de ganar la 10ª estrella. Pero, los jugadores, con cobrar tienen.
Ya viene diciembre y ellos se irán de vacaciones mientras los hinchas del Junior quedarán aquí mascando su tristeza…