¿Quién vive con $908.526?
Con Marx aprendimos que el salario es la cantidad de dinero que los capitalistas les pagan a los obreros por venderles éstos su fuerza de trabajo.
El capitalismo colombiano es uno de los más tacaños del planeta. Y esa tacañería se expresa en los miserables reajustes al salario mínimo. Los líderes sindicales siempre patalean inútilmente, pues al final termina imponiéndose lo que decreta el gobierno nacional por exigencia de los empresarios.
El hecho nuevo en 2020, en medio de ese aburrido ritual anual de la negociación del salario mínimo, fue la voz discrepante del empresario barranquillero Christian Daes, presidente de Tecnoglass, quien, ante el anuncio inicial de un mezquino aumento del 2%, exclamó en tono caribe: “¡Mandan huevo!”. En definitiva, el reajuste fue un moderado 3,5%, en tanto que voces autorizadas sostienen que el incremento debió llegar al 5% para estimular la demanda y la reactivación económica. A los congresistas (que ganan mucho y trabajan poco) sí los premiaron con un aumento del 5,12% que elevó sus salarios a $34.417.339.
Con Marx aprendimos que el salario es la cantidad de dinero que los capitalistas les pagan a los obreros por venderles éstos su fuerza de trabajo, que es “una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital. ¿Para qué la vende? Para vivir”. Como lo explica el mismo Marx, en realidad los obreros cambian su mercancía, la fuerza de trabajo, por la mercancía de los capitalistas, el dinero, para comprar o adquirir las mercancías que les aseguren a ellos y a sus familias la vida: es decir, el techo, la comida, la ropa, etcétera.
Ahora, ¿por qué Colombia paga un salario mínimo muy lejano al de países capitalistas como Suiza, Australia, Irlanda Bélgica, Alemania, Reino Unido, Francia y Canadá, y por qué incluso este salario es inferior al de países latinoamericanos como Costa Rica, Chile, Uruguay, Ecuador, Guatemala, Honduras, Paraguay, Bolivia, Perú y Argentina? El fundamento de estas disparidades es que el capitalismo no es un sistema homogéneo. No funciona igual en el mundo. Una cosa es el capitalismo suizo o el costarricense y otra el colombiano. Sin duda, tienen rasgos comunes pero también notables diferencias y una de ellas es la estructura salarial de los trabajadores. Pues eso que Marx llamó la “fuerza de trabajo” se compra de distinta manera en cada uno de los países capitalistas. Y, obvio, allí donde el salario mínimo es más elevado la clase obrera tendrá más capacidad de compra y superior calidad de vida.
En el caso de Barranquilla, empresas como Tecnoglass, Promigas, Transelca y otras que no alcanzo a mencionar por razones de espacio, tienen, tengo entendido, una estructura salarial para sus trabajadores que supera el mínimo y, además, disponen de programas para ayudarles con becas de estudio y créditos para vivienda. Es la parte agradable en medio de la esclavitud asalariada. Ojalá todo el empresariado comprendiera que $908.526 son una insignificancia que no alcanza para vivir con algo de dignidad.
@HoracioBrieva
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