Unificar el recaudo y la operación del transporte público colectivo mediante una tarjeta que les permita a los ciudadanos hacer sus recorridos urbanos, es lo procedente. Lo racional.

Lo he visto en otras ciudades del mundo donde el transporte está en manos del Estado. No es el caso de Barranquilla, donde tanto los buses del transporte público colectivo (TPC) como los del transporte masivo (Transmetro) pertenecen a empresas privadas. Con una diferencia notable: mientras el TPC no recibe subsidios del Estado, el Transmetro sí los ha recibido y en cantidades de dinero apreciables.

El Estado, por supuesto, ejerce una función regulatoria en esas concesiones por tratarse de un servicio público. De hecho, si mañana el Estado decidiera manejar el TPC puede hacerlo, pero antes tendría que indemnizar a los empresarios del sector.

Justamente porque el TPC es privado y no recibe subsidios estatales, hay un sector del gremio que se opone a que le impongan el Sistema Inteligente de Transporte Público Colectivo (Sibus, según la sigla conocida), mientras otro lo respalda. El Área Metropolitana (por su condición de autoridad de transporte) se lo entregó para su operación a la empresa Infotic y esta, a su vez, a la empresa Nebula.

Lo que evidentemente está en el fondo del Sibus es que se trata de una movida de la administración de Jaime Pumarejo para apropiarse del control del recaudo del TPC que moviliza en Barranquilla y el área metropolitana aproximadamente unos 700.000 pasajeros diarios, a 2.600 pesos la tarifa, lo que significa una torta promedio de 1.820 millones de pesos diarios y unos 54.600 millones mensuales. Es mucha plata la que está en juego y muy atractiva la comisión que se deriva del negocio para quienes tengan a cargo el recaudo centralizado.

Los empresarios del TPC contrarios al Sibus dicen que la pretensión de quitarles el manejo del recaudo se suma a los 200 pesos por pasajero que les han venido quitando destinados al Transmetro, al cual le han aportado, aseguran, unos 180.000 millones de pesos, de los cuales el 8% ha ido al Área Metropolitana para cubrir su nómina.

Los transportadores que objetan el Sibus declaran que no se oponen a la tecnología y que han recibido ofrecimientos de firmas multinacionales. Y las voces expertas que he escuchado sostienen que el Sibus tiene inconsistencias de diseño y conceptualización que no garantizan la interoperabilidad entre los sistemas TPC y Transmetro.

El Sibus ha sido anunciado con mucho bombo, pero el solo enredo en la entrega de las tarjetas indica que arrancó cojitranco.

El alcalde Pumarejo debe revisar bien el tema y oír a los críticos del Sibus. Yo estoy de acuerdo con modernizar tecnológicamente el recaudo y el control de flota, y con la integración del transporte público colectivo y el transporte masivo, pero hagámoslo incluyendo a todos los involucrados y sin la intención de favorecer unos intereses particulares.

@HoracioBrieva