Hasta la semana epidemiológica 24 de este año, se han confirmado en el país la muerte de 92 niños menores de 5 años por desnutrición. El 33% de estos decesos han ocurrido en el departamento de La Guajira. La gran mayoría de las inocentes víctimas pertenecían a la etnia wayúu.
La tragedia humanitaria que enfrenta la niñez wayúu no es una situación nueva. Weildler Guerra, antropólogo guajiro, ha mencionado en varios de sus trabajos las referencias históricas que evidencian que "los guajiros siempre han enfrentado la escasez de alimentos". Michel Perrin, etnólogo francés, en su libro "El camino de los indios muertos", muestra el hambre como una figura mitológica que persigue y ataca a los wayúu lanzándole flechas a sus huellas.
Todos podemos recordar cómo este perenne problema de nutrición en los niños guajiros ha sido abordado a lo largo de las últimas cuatro décadas con diversas acciones llevadas a cabo por los gobiernos, las sociedades científicas, los organismos internacionales de cooperación y la sociedad civil. A pesar de que algunas de las citadas intervenciones han alcanzado logros significativos, el Estado, lamentablemente, aún no puede garantizar la seguridad alimentaria de la población menor de 5 años en La Guajira.
Con la intención de cumplir la promesa de campaña de solucionar los ancestrales problemas de la región, esta semana que termina, el presidente Petro ha trasladado la sede del poder ejecutivo al territorio wayúu. Entre los anuncios realizados por el equipo de gobierno, he escuchado con prudente escepticismo al ministro de salud anunciar inversiones millonarias en hospitales y centros de atención como parte de la respuesta a la crisis de salud que padecen nuestros pequeños compatriotas guajiros.
Resulta inquietante, como una vez más el abordaje del problema nutricional de la infancia wayúu se pretende hacer principalmente con cemento. En 2021 publicamos con la Dra. Ana Liliana Ríos de Uninorte, cómo los determinantes sociales intermedios de la salud, incluido el limitado acceso a servicios de salud tradicionales y ancestrales, juegan un papel importante dentro de las causas de la desnutrición en la población infantil wayúu.
Acompañar el desarrollo de infraestructura con cualificación del talento humano, sin duda sería de gran beneficio para la salud materno-infantil de la región. Un ambicioso programa de becas para la formación técnica y profesional en el área de la salud dirigido al talento joven wayúu podría rápidamente agregarle el necesario enfoque intercultural a las intervenciones a realizar.
Finalmente, el tiempo ha demostrado una y otra vez que si las intervenciones intra y extrainstitucionales en salud no se realizan teniendo en cuenta, aceptando e involucrando los usos y costumbres de la población wayúu, el número de víctimas de esta inaceptable tragedia continúa creciendo.
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