Cada día conozco aliados que buscan reinventarse, cambiar paradigmas y liberarse de cargas que son difíciles de llevar, como lo es el machismo, que ordena al sujeto que lo ejerce varias cosas como limitar sus emociones, mostrarse dominante e inquebrantable y le reduce a un camino ortodoxo y caótico de violencias, porque para mandar, someter y posicionar verticalmente su criterio borrando el de los demás, el camino ni es el amor, ni la comunicación asertiva sino las violencias depredadoras de los derechos y libertades.

Afirmo que los hombres si lloran y no solo cuando las lágrimas brotan de sus ojos, sino cuando se permiten ser sensibles, modificar recetas de macho cabrío por las de humano sentipensante, con posibilidades de expresar ternura, cuando bailan sin miedos, abrazan a sus hijos e hijas, enamoran con la dulzura propia de su energía femenina/masculina sin reprimir nada por causa de los mandatos patriarcales que tanto le lastiman.

A los hombres que si lloran, que se atreven a deconstruir ese perverso imaginario social de que – “lloran las nenas, los machos no” “De que la sensibilidad es exclusiva de lo femenino y no se vale para los hombres” puedo nombrarlos y me quedarían faltando nombres en la lista porque sencillamente cada día, surgen más movimientos salvadores, colectivos de masculinidades que buscan sanar las venas abiertas del patriarcado, que no le temen reescribir la historia despojados de libretos opresores de libertades y conducentes al fracaso. Reescriben la historia de manera dinámica entendiendo el mundo y la existencia como un ecosistema circular y en constante movimiento.

Los hombres si lloran y lloran bonito, son inspiradores cuando se permiten llorar, colorear su vida de rosadito o de un mix de colores ácidos, florecitas, pasteles, cualquiera que sea el tono, ellos viven desde su sentir que por convicción debe ser beligerante con los arquetipos culturales basados en género. Lloran los hombres, ríen, cantan, despiertan y se encuentran cuando entran a escenarios que equivocadamente les vendieron como exclusivo de lo femenino, la cocina, el baño, lo domestico, la paternidad corresponsable y afectivamente involucrada, la moda, la estética, la vanidad y las crisis hormonales, ahí siguen siendo hombres, pero ahora, libres, antimachistas, sin competencias con las mujeres, sin miedo a perder el seudopoder patriarcal; viven desde su interés por ser felices y plenos, pareciera que estoy hablando de una utopía y que esos hombres que si lloran están en otra galaxia, siguen siendo la excepción y no lo cotidiano pero estoy segura que aquellos que aún no lloran ni se atreven a liberarse, se asfixiaran tanto en su propio veneno de machos cabríos que buscaran la libertad de vivir como seres humanos y no como maquinas al servicio de un imaginario de fuerza brutal inquebrantable, porque bien macho es quien no deja pasar este trozo de existencia sin permitirse abrazar las emociones con plena consciencia y libertad.

Los hombres si lloran y los he visto incluso gemir entre sollozos de auxilio para emprender un camino distinto al que les han impuesto, un camino elegido y no el que les – “tocó”. Que inspirador cada persona y acto transformador, que no se resigna a la – supuesta normalidad y a la premisa Asi se ha hecho siempre y se seguirá haciendo – y va por la trascendencia misma de conquistar todas las modificaciones de recetas amargas y difíciles de digerir como el patriarcado. Parece un sueño imposible, pero es una realidad salvadora, por más hombres que si lloren física y simbólicamente desde poesías orgásmicas, música artesanal, paternidades vivas y todas las formas imaginadas de liberación. Los estamos esperando.