El Heraldo
Opinión

Escritores, placebo, ‘verno’

Lo que preguntan por ahí.

Joyce, en Ulises, y García Márquez, en El otoño del patriarca, escriben largos párrafos sin puntuación o con una muy particular. ¿Transgresores? LMT, B/quilla

En sus obras, los escritores y otros hacedores de arte tienen la potestad de figurar o de desfigurar cualquier cosa, etérea o material (solo recordemos a Picasso). Esta libertad de acción es inherente al arte. Cuando Joyce, en Ulises, y García Márquez, en El otoño del patriarca, escriben larguísimas parrafadas con una puntuación sui géneris, que va desde usos insólitos hasta ausencia total, o con una sintaxis que puede lucir no ortodoxa, demuestran que no están sujetos a normas gramaticales, sino que, por el contrario, con su genio y su escritura están haciendo creación gramatical, están creando lengua, están haciendo arte, esta vez sin concesiones a los lectores, pues, como es lo lógico, confían en los esfuerzos de muchos de estos para apropiarse de lo que leen.

¿De dónde viene ‘placebo’, tan de moda? Karla, B/quilla

‘Agradar’ en latín es placēre, y ‘agradaré’ es placēbo. Este último es uno de esos términos latinos que han pasado intactos a nuestro idioma, como libido, incógnito, hábitat, déficit, lapsus… También se usa en otras lenguas, y su procedencia es religiosa. En el siglo VIII, el cristianismo instituyó un oficio de difuntos, en cuyo rezo del atardecer o de Vísperas el oficiante recitaba el salmo 116, y los fieles respondían con este verso del mismo salmo: “Placēbo Domino in regione vivorum” (“Agradaré al Señor en la tierra de los vivos”). Por entonces, los parientes y amigos que concurrían a las velaciones eran atendidos por los deudos del fallecido con bebidas y viandas. Pero para beber y comer gratis también llegaban unos cuantos colados, que lo hacían entonando “Placēbo Domino…”, y a los cuales, según el neurobiólogo y erudito español José Ramón Alonso, “se los llamaba ‘cantantes del placebo’, y el término pasó a designar un simulador, un sustituto falso y sin valor” y en el caso de los medicamentos un remedio supuesto e inocuo. Esto significa que placebo es una medicina sin ingredientes activos, que no tiene efecto alguno sobre el enfermo, pero que, no obstante, lo cura siempre y cuando este se haya sugestionado de que es eficaz.

“Los elementos de la noche”, poema del mexicano José Emilio Pacheco comienza así: “Bajo el mínimo imperio que el verno ha roído”. ¿Qué es verno? Samuel Whelpley, B/quilla

Es este uno de esos casos en los que el diablillo pernicioso de la edición mete su mano para estropear, lo que es muy grave en el caso de la poesía, la más grande manifestación de la belleza escrita. En las publicaciones en línea se lee ‘imperio que el verno ha roído’ o ‘imperio que el ver no ha roído’. En realidad, el verso es, simplemente, ‘imperio que el verano ha roído’. Lo comprobé en Poesía mexicana. 1950-1960, antología publicada por Editorial Aguilar. En los pulcros libros de Aguilar son prácticamente inexistentes los errores tipográficos.

edavila437@gmail.com

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