¿De dónde viene el dicho “ese man me cae gordo”? Emiliano Vengoechea, B/quilla
‘Caer gordo’ es una expresión de uso familiar o coloquial. Extendida por buena parte del ámbito hispánico, puede resultar desdeñosa o molesta para ciertas personas. Consiste en que cuando se conoce a alguien y no nos simpatiza, enseguida o transcurrido algún tiempo, nos luce antipático, fastidioso y, en sentido figurado, capaz de aplastar nuestro ánimo por ser tan pesado, no por su cuerpo, sino por sus gestos, sus palabras, su temperamento chocante, y, sobre todo, por su mente. Como conocemos, con mucha frecuencia las mentes son más pesadas que los cuerpos. Una persona gorda puede tener una mente liviana, en tanto que una flaca puede tener una pesada, pues todo tiene que ver con la personalidad y con las maneras. La expresión también cabe aun no tratándose de personas; por ejemplo, “el tráfico de Bogotá me cae gordo”, “ese equipo de fútbol me cae gordo”.
¿Cuál es el origen de “dormirse en los laureles”? Carlos Pérez De la Hoz, B/quilla
Su origen se remonta a la Antigüedad clásica, y tiene que ver con Apolo (el Sol), el dios helénico más importante después de Zeus, quien quiso seducir a la ninfa Dafne. Esta huyó, pero a punto de ser alcanzada pidió a su padre, el dios río Ladón, que la transformara en árbol de laurel para que Apolo no pudiera unirse a ella. El mito ya aparece en el siglo I en Las metamorfosis, de Ovidio, y, según este, Apolo, rendido de amor por Dafne, instituyó la costumbre de coronar con guirnaldas de ramas y hojas de laurel a personas esforzadas y reconocidas, como poetas, políticos, oradores, militares victoriosos, atletas ganadores en los Juegos Olímpicos, gladiadores… Era tal el valor simbólico de una corona de laurel que algunos emperadores se la concedieron a sí mismos (recordemos la imagen de Julio César con una). Por lo general, quien era coronado se dormía en sus laureles, es decir, dejaba de trabajar, no volvía a esforzarse, desterraba toda preocupación y la vida se le hacía fácil, pues solo enfrentaba fama, honores e invitaciones. Las coronas solo al comienzo eran de laurel; luego fueron de oro.
Leí que el origen del verbo emperifollar es la “elegancia proverbial” del diplomático estadounidense John Peurifoy. ¿Es cierto? Aurith Hernández H., Bogotá
Desde hace algunos años circula esta versión, algo facilista. Busqué fotos de Peurifoy, y, en efecto, luce como un individuo elegante o, al menos, correctamente vestido. Si bien en todos los idiomas hay palabras derivadas del nombre o del apellido de una persona, este no es el caso de Peurifoy. En realidad, el verbo emperifollar viene de ‘perifollo’, planta parecida al perejil, aromática y gustosa, usada para condimentar y adornar platos, y, además, exuberante, con hojas rizadas como encajes y una flor blanca en forma de sombrilla constituida por flores muy pequeñas, o sea, es una planta ‘emperifollada’, como puede serlo una persona ataviada con corrección.
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