“Así como si escuchara una canción, yo, Daniela, busco toda esa memoria y me encuentro con la tradición y en los bandos leo la historia, y ella dice tal y cual que recuerdes, caribeño, al creador de Mundo Costeño y del Último Carnaval” (Fragmento de mi Bando como Reina del Carnaval).

Más de 10 años después de su partida, seguimos recordando a Ernesto McCausland y asegurándonos de que su legado permanezca vivo, impactando e inspirando, cada día, a más plumas y al carnaval mismo. La semana pasada, el Premio Ernesto McCausland Sojo a la mejor crónica de carnaval llegó a su décima edición, concurso que inició en el año de mi reinado, el primer carnaval que Ernesto se gozó desde el cielo.

Hoy, Ernesto sigue motivando, cada año, a cientos de personas a contar historias a través del concurso que lleva su nombre, así como lo hizo en vida con muchos de sus pupilos en los que me incluyo. Fue en el año 2011 cuando conocí a Ernesto en un Foro de EL HERALDO, adonde fui invitada como representante estudiantil de la UniNorte para participar en un panel que tuvo como objetivo discutir, con otros líderes estudiantiles, las peticiones de las protestas sobre la educación que en ese momento tenían lugar en el país. La semana siguiente me citó en su oficina, invitándome a ser columnista de la revista Hey! y, desde su visión crítica, me impulsaba a ser cada vez más audaz con mis palabras. Sigo aprendiendo de él, sigo escuchando su voz en cada una de las columnas que escribo desde el 2014 en esta página editorial.

Entre los galardonados con el premio Ernesto McCausland a la mejor crónica de carnaval estuvieron: periodistas de Blu Radio, con Tradiciones folclóricas del Carnaval de Barranquilla: el esfuerzo de los hacedores para no ir camino al olvido; y de la Revista Semana, con Carnaval de Barranquilla: así se viven el corazón y las entrañas de la fiesta.

Y, precisamente, eso es lo que permite la crónica de carnaval, adentrarse en el corazón y entrañas de la fiesta, visibilizar y mantener vivas las historias que constituyen el más grande valor de las carnestolendas y que, por el frenetismo de la vida, muchas veces las dejamos de ver y vivir. La crónica de carnaval es un vehículo para llamar la atención sobre las preocupantes realidades sociales y culturales, incómodas para algunos, así como lo hizo el equipo de Blu; o para acercarse profundamente a los personajes, como lo hizo Vanexa Romero con el disfraz del Caronte, buscando entender la motivación que ha tenido Carlos Altahona para interpretar la muerte por 30 años, y descubriendo la metáfora que el carnaval muere pero revive todos los años, por lo que la muerte es, de cierta manera, el comienzo de una nueva vida.

Lo mismo vemos en Ernesto, el contador de historias quien, aún desde el cielo, mantiene vivo el legado de sus grandes pasiones, la crónica y el carnaval.