El corazón de la ciudad volvió a latir fuerte en la pasada noche de Guacherna.

El sol nocturno, la luna, que ese día brillaba más que nunca, con su luz amarilla nos mostraba como un faro que el camino se abría nuevamente. La energía de los danzantes y espectadores por el reencuentro más esperado la convirtió en una noche de Guacherna especial, una que nos reconectó con nuestra identidad, ese gran punto de partida que sostiene nuestro acervo cultural. Al son de tambores y flautas que con su cadencia convocaba, en tiempos pasados, a los bajeros para la práctica de las danzas cuando caía el día y empezaba la noche en temporada de precarnaval, volvió a tomar sentido este 2022 con el llamado a vivir, de nuevo, nuestra fiesta.

Cayó la noche de felicidad y reencuentro, y amanecimos con la posibilidad de poder volver a vivir el Festival de Danzas Especiales y de Relación, ese gran escenario que reúne las historias que envuelven las danzas ancestrales del Carnaval de Barranquilla, las cuales cuentan con una profunda riqueza cultural que sostiene a la festividad como patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Estas majestuosas danzas cuentan un sinnúmero de historias con las cuales tenemos el compromiso ineludible de divulgación y fomento.

Dos de muchas de las favoritas que tengo y que representé en mi reinado, son los Coyongos y los Goleros, ambas enmarcadas en la simbología de las aves, con historias particulares que enamoran. La danza los Coyongos, la cual sobresale por sus cuellos altos y picos de madera, llegó a nuestra fiesta a inicios del siglo XX y da cuenta de la diversidad de aves que habitan en las orillas de lagunas y ciénagas de la región Caribe. Las alegorías al vuelo de las aves en sus faenas para capturar peces y a los combates vividos entre españoles e indígenas, son muchas de las historias dancísticas que representan. Por otro lado, cuentan los portadores de la danza de los Goleros, que esta recrea la historia de un burro que es abandonado por su amo en un paraje solitario y ya casi moribundo es rodeado de goleros amenazantes, su amo al ver la situación azuza a su perro que corre a espantarlos.

El Carnaval ha mantenido el vuelo, sobreviviendo ante los retos recientes que le ha tocado enfrentar, como la pandemia y el llevarse a cabo en un momento distinto al que le corresponde. Sin embargo, esto y muchas otras situaciones que vienen de atrás han venido silenciosamente poniendo en riesgo muchos de sus elementos, lo cual se evidenció este año en la reducción del fuego carnavalero en la época de precarnaval, en el número de grupos y personas participantes comparado con años anteriores, y desde antes se venía evidenciando en el decaimiento de muchas expresiones representativas.

El Carnaval de Barranquilla tiene mucho que entregar en desarrollo socioeconómico a la ciudad y en cultura y espectáculo a Colombia y el mundo. Hagamos que este carnaval del reencuentro sea un punto de partida para su evolución y así los Coyongos y los Goleros puedan elevar su vuelo, por siempre, con tranquilidad.

@DCepedaTarud