Siempre pensé que ‘hacer’ la paz con el Eln sería más fácil y más rápido que con las Farc. Me equivoqué. Mientras el Eln sigue manteniendo hoy activa su ‘máquina de guerra’, los excombatientes de las Farc, reconvertidos en actores políticos como integrantes de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, ya ejercieron su derecho al voto para elegir y ser elegidos en las pasadas elecciones legislativas.
Casi 20 años atrás, en medio de las reuniones preparatorias con esta guerrilla de cara a un proceso de paz en el gobierno de Andrés Pastrana, conocí a los integrantes del Coce o Comando Central, máxima dirigencia del Eln, quienes me hablaron de su anhelo de construir un nuevo país. En ese momento, luego de acompañar varios de estos encuentros en Suiza y Costa Rica, entre otros países, tuve la impresión de que se estaba avanzando gracias al impulso de la siempre comprometida sociedad civil y de los buenos oficios de la comunidad internacional.
Mientras dialogaba, el Eln desató una ola de secuestros masivos. En menos de dos meses plagiaron a los ocupantes de un avión de Avianca, a los feligreses de la iglesia La María, de Cali, y a unos excursionistas en la Ciénaga de El Torno. Finalmente, la confrontación militar y la disputa territorial imposibilitaron el arranque formal del proceso.
Luego de muchos esfuerzos, en febrero de 2017 arrancó en Ecuador una nueva etapa de negociación que nos llenó de esperanza y que facilitó un histórico cese el fuego bilateral que duró 102 días. Cuando terminó, se recrudecieron las acciones terroristas de esta guerrilla, entre ellas, el infame atentado contra la Estación de Policía del barrio San José, de Barranquilla, y un CAI de Soledad. Un país indignado exigió el fin del proceso.
Una tregua unilateral del Eln, durante las elecciones, permitió descongelar la mesa, y hoy vuelven a estar sentados con el Gobierno y con Gustavo Bell a la cabeza, luego de que Juan Camilo Restrepo ‘tirara la toalla’. Pero los colombianos nos preguntamos –y con razón–, ¿cuál es la real voluntad de paz de esta guerrilla?, ¿vamos para alguna parte?
El Comando Central del Eln decía hace unas semanas que “la salida política al conflicto no puede cerrarse ante las dificultades presentadas. Por el contrario, debemos seguir buscando soluciones con mayor ahínco”. Coherencia, señores, hay que pasar de las palabras a los hechos y cerrar, lo antes posible, un cese al fuego que sea la cuota inicial de un acuerdo de paz definitivo.
Claro que, primero, el Coce tendrá que demostrar su unidad de mando sobre los frentes de guerra Occidental, Oriental y Urbano, que tienen ‘agenda propia’ y parece que no le jalan a los diálogos, desafiando su liderazgo. Si el Eln no se sube al bus de la paz que le ofrece hoy el saliente Gobierno, podría pasar mucho tiempo y una gran cantidad de víctimas antes de encontrar las condiciones para volver a una negociación. ¡Corre prisa!
@ErikaFontalvo








