No es fácil explicar la actitud un poco suicida que está adoptando el presidente Duque con sus últimas actuaciones. Para cualquier observador desprevenido, a un presidente de la República la opinión de la población del país debería ser su prioridad porque esa credibilidad le da lo que se conoce como gobernabilidad. Y esto puede ser aún| más cierto cuando tiene la insatisfacción de la población a punto de estallar nuevamente, con las consecuencias que ya conoce suficientemente y que le han costado en su imagen de popularidad.
La historia reciente es muy larga pero vale la pena mencionar solo algunos de esos actos que no se entienden. Para hablar de Barranquilla basta recordar el nombramiento del ministro de Ciencia que fue ampliamente rechazado inclusive con acusaciones sobre irrespeto a la propiedad intelectual y de cierta manera de abuso de poder. Lo posesionó y defendió con una actitud desafiante ante las agremiaciones que sí son reconocidas como científicas y ante figuras que se han ganado ese reconocimiento dentro y fuera del país. Nada de nada y este señor sigue actuando, pareciera que en la sombra, porque poco se sabe de él o de lo que hace, del equipo que lo acompaña y de sus realizaciones presentes y futuras. Y obviamente en Barranquilla, mutis por el foro, porque pareciera que con tal de tener ministro importa poco sus cualidades, las críticas y todo lo demás. Pobre concepto del ejercicio del poder.
Pero los hechos más recientes si se salen de madre; insistir en las inmensas cualidades de la MinTic protagonista de un episodio de corrupción de inmensas dimensiones, haciendo caso omiso de realidades que cada día están en todos los medios. La ministra es perfecta como es perfecto ignorar algo que el país sabe. Independientemente de las cualidades de Alberto Carrasquilla como economista de una línea de pensamiento que ha dominado el debate y las políticas económicas en Colombia y en gran parte del mundo, el tema de su nombre es político, su asociación a esa reforma tributaria que causó el levantamiento social. Ni siquiera se molestó el presidente en dar una explicación que algunos podrían haber aceptado: el nuevo cargo es técnico y no político, pero ni siquiera lo planteó. En síntesis, en estos dos casos, el mensaje es "yo soy el presidente y hago lo que me parece y no me importa lo que piense el país." Clarísimo presidente Duque, lo captamos completamente.
Pero además de soberbia lo que demuestra, como han mencionado varios analistas, es que como el presidente Duque no tiene nada que perder dado el mínimo apoyo que tiene entre los ciudadanos, lo que busca es tener a los jefes políticos a su lado, por corruptos que sean, para seguir haciendo lo que le parece. Esos que están detrás del contrato Unión Temporal Centro Poblados y de todos los demás que se irán descubriendo. ¿Será que Colombia y su población va a permitir que esta sea la regla del gobierno en los 11 largos y penosos meses que le faltan a este gobierno? Nada que perder es el principio del fin de este gobierno. La historia es el juez definitivo. ¿Será que no le importa?
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