Los acontecimientos de la última semana parecieran confirmar una idea vieja y muy preocupante. En sectores del país se detecta claramente la convicción de que el mejor camino para llegar a la paz es la guerra, más guerra. Ese pensar parece ser ya parte del ADN de los líderes del país, y particularmente, de muchos políticos de derecha, aunque también se ve en algunos de izquierda. En eso coinciden con los disidentes de las Farc. Lo grave de esta realidad es que se evidencia tanto en el comportamiento personal de algunos de ellos como en sus posiciones de Estado.
Pero hay otro cambio interesante en el DNA colombiano. Ayer en La Calera y hoy en Acacías, Meta, los asistentes a esos encuentros políticos le reaccionaron muy negativamente al ex presidente Uribe y defendieron la paz. Esto significa que claramente lo asocian con la guerra en sus posturas tanto personales como públicas. El defender un punto contrario al de un político es un paso importante hacia una verdadera democracia. Lo que es un paso para atrás es la respuesta combativa y agresiva del expresidente: “¡Hacen silencio o los callamos!” Uy, y ¿cómo? Obviamente, a la fuerza. ¿Cómo más se calla una multitud? ¿No es esa frase una no tan sutil declaración de guerra?
Otra guerra se está dando contra Venezuela donde se pelean por el rol principal el presidente Duque, y por el otro, miembros del Centro Democrático, con la senadora Paloma Valencia y el mismo expresidente Uribe. La semana anterior, Paloma Valencia dijo que como presidente entraría a Venezuela a capturar a los disidentes de las Farc, sin ningún miramiento por las reglas diplomáticas más elementales, que convertirían su incursión en una abierta declaración de guerra con costosísimas repercusiones para Colombia frente al mundo. El expresidente no se quedó atrás en sus declaraciones. Además, el gobierno Duque acudió a la Tiar ya en pie de guerra. Como lo señala Héctor Riveros en su excelente artículo en La Silla Vacía, “el Tiar es un tratado viejo que contiene esa paradoja de que para preservar la paz, en ocasiones, hay que enfrentar la guerra y ganarla”.
¿Será que el gobierno está invocando a la Tiar porque, como lo indica Riveros, permite el empleo de la fuerza armada? Los medios que están dedicados a sacarle las castañas del fuego a Duque afirman que “el pacto que se activa frente a Venezuela no es un llamado a las acciones militares”. Lo que nos faltaba, no solo guerra con Venezuela, provocaciones a Cuba por la forma en que el gobierno exigió la entrega de exguerrilleros de las Farc.
Con razón las caras largas de los colombianos que ya sienten pasos de animal grande frente a la idea generalizada de que la guerra es el único camino a la paz. Pareciera que para muchos, posconflicto es sinónimo de guerra: tanto interna como internacional. A calmar los espíritus porque la sensación de desaliento se ha generalizado en el país, y se sienten aires de sangre, de paramilitarismo y de mucha violencia.
cecilia@cecilialopez.com
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