El Heraldo
Opinión

Una reapertura necesaria y esperada

Reapertura en las condiciones actuales de la epidemia es un riesgo alto para un rebrote, pero hay que reconocer que la covid-19, seguirá presente.

Aun cuando todas las cosas tienen su momento, esperar que se sucedan, se dilaten o no cambien trae sus debidas consecuencias. La epidemia se nos vino, su final no se ha terminado, pero la reapertura es necesaria y obligatoria. Primero, porque el solo confinamiento y la suspensión de muchas actividades no son la forma de terminar con el virus, este sigue multiplicándose hasta que se termine el último caso no solamente en un país, sino en todo el mundo. Escribí en una columna “el tigre se vuelve más bravo cuando lo encierran, el confinamiento no cura, disminuye la circulación del virus, y disminuye el impacto sobre los sistemas de salud, hospitalizaciones, unidades de cuidados intensivos, medicamentos, disponibilidad de personal entrenado, y recursos de estructura y financieros.

La llegada de las vacunas, a través de un programa de vacunación que ojalá sea cada vez más rápido, efectivo y permanente, contra la covid-19, es una medida a la cual tenemos que darle la mayor importancia actual de cualquier tema. Desearíamos que fuera de 24 horas de aplicación, ágil y responsable, para desarrollarla en el menor tiempo posible, contando con la respuesta de todos, que, sin distingos de ninguna clase, priorice las poblaciones de mayor riesgo y de mala evolución. Colocar un millón de vacunas diarias, una posibilidad por demás exagerada, debería ser nuestra meta para lograr en un mes 30 millones, y en dos meses segunda dosis de vacunación total. Todo eso podría pasar, si tuviéramos nuestras propias vacunas, las estructuras médicas y científicas necesarias, el personal de la salud, protegido previamente, con una estabilidad y vida digna para sus familias, con oportunidades para todos, empleo, educación, salud y bienestar, principalmente para jóvenes, mujeres, niños y ancianos.

Los recursos están, millones de personas con ganas de trabajar, cerebros frustrados, millones de pesos gastados por el Estado en un presupuesto que solo le llega a unos pocos, sistema de salud, al que nadie le niega la necesidad de reformarlo, hospitales cerrados o sin terminar, zonas adonde el gobierno no ha llegado, por múltiples dificultades.

Ojalá este tiempo de pandemia nos haya permitido reflexionar y crear no un estado paternalista, sino aquel que resuelve o ayuda a resolver el desempleo, la pobreza, la desnutrición, la violencia, y la corrupción, sin politiquería. Esto significa la intervención de la sindemia, o interacción de las condiciones sociales y económicas al lado de la pandemia, a la cual se une también la infodemia, o falsa información. Si a esto le sumamos, paros, bloqueos, y una falta de entendimiento político, o polarización de gobernantes y gobernados, corrupción, inseguridad, violencia, guerrilla y delincuencia organizada. Mucho tendremos que poner todos para lograr una reapertura segura que, aunque necesaria y obligatoria, no será fácil.

Reapertura en las condiciones actuales con el mayor número de contagios y fallecimientos de la epidemia es un riesgo alto para un rebrote, pero hay que reconocer que la epidemia de la covid-19, seguirá presente un tiempo indeterminado, que dependerá en gran parte de nuestro comportamiento, y resiliencia, o capacidad para salir de los problemas, como ha sucedido tantas veces.

Tendremos que tratar con las manifestaciones posteriores a la infección por el actual coronavirus, y que después de él otras epidemias nos pueden llegar, para lo que deberíamos estar mejor preparados.

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