La noticia de inseminación artificial con semen de origen desconocido, seleccionado en un banco debidamente licenciado en Estados Unidos, me trajo la controversia desencadenada por una acción de una madre soltera que quiere tener un hijo, sin apellido y funciones paternales.
Al recordar la historia de mi padre, fallecido hace 46 años de un infarto, quien estimuló mi idea de cubrir la necesidad de una primera Unidad de Cuidados intensivos, en el Hospital San Juan de Dios de Santa Marta. Con su partida, me estimuló a hacer esa obra de la que me siento orgulloso haber realizado con apoyo de otras personas, como Eduardo Barreneche Director del hospital. Mi padre me inducía siempre a ser responsable, honesto, disciplinado, y sobre todo, nunca dejar de ayudar a los demás. Lo recuerdo, llevando a sus amigos y necesitados, ropa, desayunos, almuerzos, comidas. Lo acompañé a atender a los indios desarrapados, que bajaban de la Sierra Nevada, con fuertes hedores, prestándoles el baño y mangueras en el patio de la casa, dándoles ropas y ayudándoles a alimentarse. En los pueblos del viejo Magdalena grande, tenía tantos amigos y conocidos, que pudo sumar votos para hacerse, sin dinero, a una curul por varios años, en el Congreso de la República, Diputado, Concejal, Secretario del Despacho en Bolívar y Magdalena, y Gobernador encargado. Socio fundador de la Beneficencia, Electrificadora, Universidad Tecnológica del Magdalena, abogado de los Ferrocarriles Nacionales, Electrificadora, Sena y, de la Industria Licorera del Magdalena. Por el gusto a la educación, Profesor del Colegio Liceo Celedón, y Colegio de Bachillerato Agustín Iguarán, donando sus honorarios.
Orgulloso de Mompox, la tierra que lo vio nacer, aprendió con su flauta, que la música que llevaba en la sangre por sus ancestros, padres tíos, primos y amigos, era una forma cercana de llegar a Dios, cuando en forma sublime se interpreta o se aprecia. De allí partió a Cartagena, a formarse como abogado, siendo el estudio y el respeto de las leyes una de sus prioridades. Aumentó su bagaje cultural, leyendo cualquier libro o papel que se encontraba, hasta mis libros de medicina, cuando yo estudiaba. Era un intelectual, historiador, y un estudioso de la vida y de los seres humanos, le gustaba compartir sus conocimientos para aprender y enseñar. Cambiaba su carácter recio y severo, por una sonrisa que terminaba en carcajadas, sincera y contagiosa, pareciendo alguien que llevaba por dentro, un sentimiento muy especial de afecto, y amor por las personas, que en raras ocasiones exteriorizaba plenamente, pero que demostraba con hechos y acciones, como la visita a los enfermos, y a quienes lo necesitaron o tenían dificultades. Buscaba a los desprotegidos, y compartía con ellos su profunda formación de consejero y experiencia. No tuvo apego a la riqueza, aunque la respetaba, estimulando a sus amigos ricos como a Pedro Pablo Salcedo a dar el Premio que lleva su nombre en el Liceo Celedón. Mi padre me enseñó tantas cosas, que todavía conservo, y que jamás olvidaré. Nada ni nadie, puede llenar el cariño y las enseñanzas de un papá. Lo siento mucho y admiro, a quienes han podido superar en buena forma, la pérdida de un padre, a quienes muchos les ha faltado y les faltará para toda la vida.
Hoy, muchos niños que no tienen esta influencia del papá, son después, los que más fácilmente se entregan al crimen, a los homicidios, al robo, al secuestro, a las violaciones sexuales, llenos de deshonestidad, deslealtad y desamor sus acciones. El Estado colombiano, primero que tantas reformas, tributarias, políticas, de salud, y otras, debería cumplir con el apoyo a mantener los núcleos familiares sanos, comenzando con la educación de los padres. La educación en las escuelas, colegios y universidades, tienen no solo la gran responsabilidad de enseñar las ciencias, las matemáticas, los idiomas y demás, si no también, mostrar los verdaderos valores culturales y humanos, que nos permita crear un profesional correcto, serio y honesto en sus actuaciones.
Además de la gran cantidad de niños sin escuela, y con un rápido crecimiento del trabajo infantil, en el mundo más de cinco millones han quedado huérfanos por el coronavirus, así mismo, en Colombia, 12.500 niños y niñas, huérfanos de madre y 42.800 de padre, según la revista The Lancet, 24 de febrero de 2022. También, una información de Jhons Hopkins University, en abril de 2022, refiere que de cada dos fallecidos por coronavirus queda un huérfano. En Colombia los datos de orfandad asociados a la violencia, a desastres ambientales, y otras, no están registrados, pero sabemos que son muchos. ¿Cómo recuperar esa población afectada? debería ser también una prioridad para el gobierno, con el apoyo de la sociedad civil y el gremio empresarial.
No dejo de pensar en la madre inseminada para lograr la satisfacción de ser madre, que quiere conseguir a toda costa. De alguna forma el carácter y las responsabilidades asignadas al padre, son difíciles de asumir para un niño sin papá, antes de su nacimiento.