Al doblar la esquina de una profesión tan importante como la Medicina, después de más de 40 años de su práctica diaria, nos toca después de echar una mirada al pasado, pensar en los momentos actuales y proyectarnos al futuro. El cambio es permanente en todas las profesiones, pero es mayormente importante, ante la necesidad de resolver muchas incógnitas que nos permitan vencer tantas enfermedades o alteraciones de la salud, que permanecen en la humanidad, determinando en gran parte nuestra vida terrenal.

Recibí en mis primeros años, después de jugar con viejos tensiómetros y fonendoscopios de mis familiares, un estímulo grandioso que desde cuando me llegó, permanece en mí para continuar aprendiendo todos los días, mejorar la vida de las personas que sufren las alteraciones de lo más preciado por todos, la salud, condición obligada para estar bien física y mentalmente, y vivir una mejor calidad de vida

Empecé mis estudios de medicina en la Universidad de Antioquia, de la que recibí una formación básica de gran influencia europea, con profesores recién llegados y preparados con gran rigurosidad en el viejo mundo, en escuelas francesas, inglesas y de otros países, disfrutando de su elocuencia de su gran formación humanística, de no ver solo la medicina como una ciencia sino también como un arte, con una fuerte tendencia humanística, en donde el valor del ser humano estaba por encima de lo demás, olvidándose de diferencias de género, de raza y de condiciones económicas. Aprender medicina con estos grandes maestros, y deambular con pacientes todos los días, en los hermosos corredores del Hospital San Vicente de Paul, dejaron recuerdos imborrables. Las puertas estaban abiertas para empezar un recorrido que se ha convertido en gran parte de mi vida. Entrar leyendo libros antiguos, caminar en hospitales viejos como el San Juan De Dios en Santa Marta y el San Cristóbal de Ciénaga, pasar por el Instituto Nacional de Salud, INAS, y volar al Hospital Militar en Bogotá, para después pasar el charco a la Escuela de Medicina de Harvard, me han dejado no solo los conocimientos adquiridos, sino el orgullo de haber vuelto a mi región a darle los conocimientos a mis pacientes, y a compartir con mis colegas.

Pero, el momento actual que vivimos camina mucho más rápido que los años anteriores, la comunicaciones telefónicas, el gran salto del Internet, los computadores, los teléfonos, la telemedicina, los grandes adelantos tecnológicos, la inteligencia artificial, han hecho de la medicina con el apoyo de la biología molecular, la bioquímica, la biofísica, la farmacología, las ingenierías, y muchas otras necesarias, lograr los grandes descubrimientos de nuestra época, fundamentados principalmente a partir de grandes investigadores y centros de investigación.

Lo que viene en medicina, será cada vez de más impacto para la salud de la humanidad, aun en medio de guerras, crueldad, crímenes, corrupción, desigualdades, y políticas desordenadas, muchas veces en contra de la gran oferta que la medicina está trayendo en forma universal.

Nada podrá detener la vertiginosa marcha de la medicina en el futuro y los profesionales de la salud que no se adapten a este crecimiento se quedarán rezagados. Sin embargo, aun con estos grandes adelantos, no se podrá reemplazar la mente humana por la inteligencia artificial en forma total, principalmente porque carece de responsabilidad, de honestidad, de sentimientos humanos, que una máquina no puede tener, y de capacidad de discernir de cada ser humano, con características genéticas, físicas, constitucionales y psicológicas diferentes.

Debemos seguir buscando el progreso para encaminar un médico hacia el futuro, que nos permita gozar de los grandes adelantos, como las comunicaciones, la telemedicina, historias clínicas instantáneas, medios diagnósticos a distancia, control signos vitales, presión arterial, electrocardiogramas, mediciones de oxígeno a la distancia, y otros, que son estructuras dependientes de la transformación digital en salud, o de inteligencia artificial que nos permiten atender pacientes con mayor efectividad, a grandes distancias, en diferentes hemisferios, países o pueblos lejanos, y lograr hacer diagnósticos y tratamientos de los que nunca hubieran podido ser beneficiados muchos pacientes.

Gracias a los nuevos avances y descubrimientos podremos salvar más vidas, sin olvidar las bases de la medicina como una profesión humanista que con el modernismo, la política, la corrupción, las ganas de poder y dinero, se vuelve cada vez más comercial.