Cuando nos queda un momento para pensar en el transcurrir diario de nuestras vidas, creemos que podemos entretenernos, con una música, con una película, un acto cultural, un programa de televisión, una lectura, una actividad laboral, un acto médico, en mi caso, lectura, o cualquiera de nuestras acciones, como una sencilla caminata, nos enfrentamos a una triste realidad, no podemos completar nuestra felicidad, al contemplar y vivir lo que sucede a nuestro alrededor. Situación, en la que hemos estado a lo largo de la vida cotidiana, que nos enfrenta, cada día a un mundo, enloquecido por las guerras, que no tienen otra razón, que lograr a través de las fuerzas de las armas su supremacía, sobre el diálogo. No suficiente con la guerra, que en nuestro medio ha sido permanente, nos enfrentamos al hambre, que la misma guerra empeora, con desplazamientos de poblaciones enteras, que huyen indefensas, pierden lo poco que han conseguido, y esperan perplejas el final de las acciones que se perpetúan en medio de los llamados diálogos o programas de búsqueda de la paz, los cuales no han sido definitivos, en los que se gastan millones de recursos, en pesos y en vidas humanas sacrificadas.
Recientemente, nos contabilizan, como líderes en mala seguridad alimentaria, en feminicidios, en comercio sexual de niños, sicariatos, desnutrición, mientras tanto, no hemos podido acabar con el dengue, que con solo mejorar las condiciones del uso de aguas disminuiría o se terminaría su presencia, simplemente, con el cambio de condiciones de vivienda, al igual que el paludismo, la enfermedad diarreica, las parasitosis, y muchas más, que se disminuyen y controlan, con intervenciones higiénicas y sanitarias.
Inseguridad, narcotráfico, homicidios, crímenes, violación sexual de niños, sicariatos delitos de lesa humanidad, de trata de mujeres, y toda clase de crímenes, a lo cual se suman los altos niveles de corrupción, los delitos políticos, los de cuello blanco, fraudes, delitos hasta de la misma justicia y de los lideres, del gobierno y de nuestra clase privada, contra la ética y la moral. Contrasta todo esto, con la lucha destacada de una generación, que con grandes esfuerzos quiere cambiar la cara de un país, rico en su naturaleza, pero empobrecido por el delito.
Vivimos en medio de una sociedad enferma, aquella, que alberga una comunidad o grupo de personas que tienen problemas graves, en relación con las desigualdades, pobreza, injusticia, carencia de oportunidades, violencia, corrupción o cualquiera de otros problemas que, al volverse sistémicos, se generalizan. Una "sociedad enferma" mantiene un entorno social, que termina en grandes desafíos y dificultades, que hacen perder la calidad de vida.
Comparto con Erich Fromm en su libro: Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, “El progreso de una sociedad, sólo será efectivo, cuando lo sea en todos los ámbitos que conforman la sociedad, político, económico o cultural, todo progreso limitado a una sola de esas esferas resulta destructor del progreso en todas ellas”. Y lo que dijo Martín Luther King, “Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo, no nos parecerán, lo más grave, las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”. ¡Hagamos algo por salvarla!