Es una gran mentira decir que los pacientes con la Covid-19 han sido atendidos como el presidente Trump, quien en pocos minutos estaba en un hospital de alta tecnología, recibiendo algunos medicamentos en forma inmediata, que ni siquiera se consiguen en Colombia, y en otros países de ingresos bajos, o medianos. El sistema de salud colombiano que desde hace algunos años tiene un alto cubrimiento de la población, debe reconocer que en salud no solamente sirve la cantidad, sino la calidad de la atención. Con la pandemia de la Covid-19 ha quedado al descubierto que el acceso de las poblaciones afectadas a una buena atención es el principal logro por alcanzar, y le falta mucho por cubrir.
Quedó claro que no existen los médicos o especialistas suficientes para la atención de los pacientes, empezando por los que tienen un entrenamiento y formación académica en enfermedades infecciosas, infectólogos, internistas, pediatras, intensivistas, enfermeras, y otros importantes trabajadores de la salud, necesarios para una buena atención de pacientes con una enfermedad de reciente aparición. Una gran mayoría de hospitales no cuenta con ellos, teniendo que recurrir a personal sin preparación en muchas ocasiones. Además, sobre todo en las fases iniciales de la pandemia, no se tenían los elementos de protección necesarios para los trabajadores de la salud, evidenciado con el alto número de contagiados en este personal, y el considerable números de fallecidos (169 a la fecha). Con horarios de trabajo excesivos, y bajo reconocimiento salarial, en un trabajo de alto riesgo, estas condiciones tienen que mejorar.
Si en personal las cosas han sido insuficientes para los héroes o mártires de la pandemia, hemos venido de tener enormes deficiencias en equipamiento y estructuras físicas, a un cubrimiento parcial de las necesidades, reconociendo un gran esfuerzo del gobierno actual, pero no olvidando el abandono anterior de las estructuras sanitarias, todavía en proceso de recuperación. A esto, hay que agregar el lamentable bajo número de ensayos clínicos e investigación en nuestro medio, con una dependencia directa de los países desarrollados.
En cuanto a medios diagnósticos, estamos dependiendo también de los kits, o componentes de fabricación extranjera, lo cual ha llevado a unos precios de alta especulación.
Para las personas que no pueden cubrir sus pruebas diagnósticas, sus elementos de protección, y mucho menos sus tratamientos y seguimientos médicos, población de alto porcentaje en Colombia, debe existir un plan de cubrimiento especial durante la pandemia, ya que las empresas responsables, EPS, vienen desarrollando deficientes programas de prevención y promoción de la salud. Cuya deficiencia debe ser cubierta urgentemente por el gobierno, tomando simultáneamente decisiones sobre si estas empresas mejoran su funcionamiento o desaparecen.
Finalmente, el reconocido liderazgo y resiliencia del presidente Duque, igualmente la de los mandatarios locales, no han sido suficientes en un país, fuertemente impactado en su economía, con altos niveles de pobreza, violencia, narcotráfico, y una inexplicable polarización política, en momentos en que ni una pandemia con más de 120 fallecimientos/día ha podido unir para defender un beneficio común.
Se necesitan muchos más planes y empoderamiento para lograr, aprovechando una esperada reacción con verraquera, resiliencia autóctona comunitaria, sobreponernos de una situación de salud pública tan difícil.