La enorme problemática de la mayoría de los habitantes de La Guajira para acceder al agua apta para el consumo humano es tan antigua como los ancestros de los wayuu. Dada su magnitud e importancia es evidente que se requiere diseñar e implementar una estrategia integral, coherente y sostenida para resolverla. Lamentablemente esa estrategia no ha existido, aunque si ha habido esfuerzos aislados y disponibilidad de recursos para ejecutar proyectos parciales que poco han contribuido a avanzar en la solución de esta falencia histórica.

Al inicio de este año se conoció una noticia del préstamo de 50 millones de dólares que el BID aprobó para soluciones de suministro de agua y saneamiento básico en La Guajira. Esta podría considerarse una buena noticia pues nos confirma que sigue existiendo la posibilidad de obtener recursos para ese propósito. Se nos ha informado que este dinero será utilizado para financiar el programa denominado “Guajira Azul” que el gobierno nacional ha venido realizando en coordinación con entidades territoriales sin mayores impactos en los indicadores de cobertura de agua potable que nos indiquen que se avanza en la dirección correcta. En más de 2 años de ejecución sólo se han culminado nueve proyectos, con una inversión total de $77,000 millones, con soluciones parciales a necesidades de algunos municipios.

En el año 2007 el Banco Mundial aprobó un préstamo por valor de 90 millones de dólares destinado a financiar el programa de infraestructura de agua y saneamiento básico que existía en ese momento, como parte del plan departamental de agua -PDA, y tenía como objetivo mejorar la calidad del servicio para aproximadamente 300,000 personas. El desembolso de préstamo se inició en diciembre 2010, luego de superar algunos inconvenientes por parte de la gobernación. Finalmente, en el año 2016 se cerró la ejecución del programa sin realizar todo el alcance contemplado inicialmente y sin hacer uso de todo el monto del préstamo! El departamento quedó endeudado y sin avanzar en las soluciones. Esa fue otra lamentable demostración de la ausencia de una estrategia coherente y sostenida.

Por otro lado, si se termina el proyecto multipropósito de la represa del rio Ranchería se podría cumplir uno de sus objetivos al utilizar parte de los más de 195 millones de metros cúbicos de agua almacenada para contribuir al mejoramiento del servicio de los acueductos de nueve municipios que hoy tienen muchas limitaciones para suministrar agua a sus habitantes.

Sin dudas el sector privado puede ser un actor contribuyente en la solución, en forma articulada con el gobierno nacional y departamental, tal como ocurrió con la ampliación de la capacidad de la planta de tratamiento de agua de Riohacha realizado exitosamente por Cerrejón.

Por todo lo anterior, es incuestionable que para llegar a una solución real se requiere diseñar una estrategia integral, bien estructurada y coherente, que sea ejecutada en forma sostenida, implementando los mecanismos administrativos y de control necesarios para mejorar la capacidad de liderazgo y gestión, con más transparencia y un riguroso proceso de rendición de cuentas.