Estas líneas se escriben al finalizar un movido lunes en materia política para el país: El día del presidente Petro incluyó reunión con el señor Lafaurie de Fedegán para avanzar en el tema de la compra de tierras que pretende el gobierno dentro de su programa de reforma rural. De allí pasó a manteles con el jefe del partido liberal, posteriormente se citó con los directores de los partidos que hacen parte de la coalición para tratar de llegar a consensos sobre la discutida y fundamental reforma a la salud; y saliendo de allí anunció relevos en las carteras de Educación, Cultura y Deporte en lo que parece es la primera parte de un remezón que, por lo visto, no empezó por las ministras que se esperaban. En cualquier caso, no hace falta haber estudiado 5 semestres en la San Marino o ganarse en una rifa un puesto en una UTL para entender que todo lo del día estaba conectado y que eso fue apenas el comienzo. A lo mejor al momento en que esta columna se imprima otros nombres se habrán sumado a la lista.
Las crisis ministeriales son más normales de lo que en principio suenan. Hacen parte de la dinámica propia de las relaciones internas entre los partidos de gobierno como de los acuerdos que en procura de gobernabilidad se logren con la oposición. Los ministros saben que son fusibles, pero dentro de esa particular realidad se supone que hay fusibles de mayor amperaje que otros, como sería el caso del ya exministro Gaviria en Educación. Sin embargo, luego de conocerse la carta firmada por varios ministros en la que se criticaban y debatían varios puntos de la reforma a la salud era claro que alguien, o algunos, iban a salir del cuadro. Es una pena que haya sido así. Creo que la voz de Alejandro Gaviria era/es importante escucharla en cualquier contexto, se esté o no de acuerdo. Sus planteamientos motivan a pensar y a debatir. Un buen líder debe rodearse de personas que lo motiven intelectualmente, que lo confronten con argumentos sólidos, que le hagan ver el sello de la moneda, que no traguen entero y que no le aplaudan gratuitamente todo lo que diga o haga. Andar con un séquito de focas áulicas debe ser sabroso para el ego, pero es malo para el ejercicio del poder público.
Lo de las ministras Urrutia y Ariza se antoja como una oportunidad dentro de la coyuntura para dinamizar las carteras con nuevas caras. Lo cierto es que entre poco y nada se pudo ver o debatir. Por el lado cultural sumemos la demora en designar gerente en propiedad de RTVC, donde tenemos una designada que aún no se ha posesionado. Algo pasó o algo pasa.
Primera crisis…
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