La manera en la que hemos organizado el tiempo nos invita hoy a cerrar un ciclo. Es una convencionalidad que podemos usar como pretexto para entender que tendemos a la obsolescencia y que debemos asumirlo con la tranquilidad de quien reconoce que eso caracteriza su condición. Fin de año es una buena metáfora de esa decisión de no quedarnos patinando en lo que definitivamente no es para nosotros, o seguir atrapados en ideas reiterativas de situaciones que ya pasaron y que no podemos intervenir; hacerlo con un rito existencial que nos permita construir espacios simbólicos para soltar, visualizar y comprometernos, puede aportarnos.
Te propongo que tengas un momento para ti, cierres tus ojos como un gesto de interiorización y te llenes de agradecimiento. Rápidamente paseate por las experiencias emocionantes, valiosas, significativas y realizadoras que tuviste a lo largo de este año y da gracias por el impacto que ellas tuvieron en ti. Trae a tu mente a esas personas que te aportaron tanto este año, esas que con sus palabras, acciones y sentimientos te hicieron saber que eres valioso y generaron las ayudas que requeriste para seguir, y da gracias por ellas. También piensa en esas duras experiencias que te hicieron sufrir porque constataste la brecha entre lo que quieres y deseas, y la realidad misma; fueron situaciones duras que te golpearon y te hicieron aprender. Da gracias por todas esas circunstancias que te dejaron lecciones y aprendizajes que hoy te hacen mejor persona.
Pronuncia palabras de perdón para las personas que fueron obstáculo para tu realización y que desde su envidia o emociones tóxicas intentaron hacerte infeliz. Libérate de cualquier emoción negativa que tengas sobre ellos y deséales lo mejor; tú tienes que estar concentrado en lo que eres y puedes ser. Agradecer es una manera de liberarte de todo lo que puede anclarte en las peores sensaciones. Para recibir hay que dar. No habrá espacios para llenar el corazón si está ocupado con situaciones que ya debieron salir de él. Esto implica tener que liberarlo de tantas cosas que ya no prestan servicio y que te atan y no te dejan fluir.
Es necesario visualizar tu futuro para tener claro en qué vas a trabajar y cuáles son las herramientas que requieres para alcanzarlas. Son deseos, pero a la vez son maneras de saber en qué te tienes que preparar. Visualizar tu futuro ideal es una manera de alinear todas tus habilidades y capacidades, es enfocarte para que el próximo año puedas trabajar en lo que quieres y necesitas. Agradece la presencia de tu familia y ora por ellos. Intercede por sus proyectos. Comprométete a dar lo mejor de ti para que las relaciones con ellos fluyan y puedan ser motivo de bendición. Esas personas que amas son las que les dan sentido a muchas de tus acciones y es importante saber actuar en favor de ellas. Si hay cierres con algunos de ellos, hazlos en paz, esperando siempre que las nuevas experiencias sean mejores.
Siempre cree que el futuro trae lo mejor. Soy católico y confío en el poder de la intercesión, entonces desde aquí oro por ti que me has acompañado en este año a través de esta columna. Gracias por leerme, pero, sobre todo, gracias por dar lo mejor de ti para que seamos una mejor sociedad. Estoy seguro de que el año que llega celebraremos con intensidad muchos logros.