Estamos acostumbrados a juzgar todo desde paradigmas excluyentes. La separación metodológica que hacemos para poder entender la realidad nos ha ocasionado que en la vida diaria terminemos creyendo que todo lo podemos separar realmente en el tiempo y el espacio, por ejemplo, algunos se preguntan qué es más importante, la vida interior o la vida laboral. Como si el ser humano no fuera una unidad, una totalidad y se pudieran realmente separar sus dimensiones.

Teresa Amabile y Steven Kramernos lo llaman el bucle del progreso y revelan el potencial de los beneficios del autorrefuerzo: “La vida laboral interior impulsa el rendimiento; a su vez, el buen rendimiento, que depende de un progreso sostenido, mejora la vida laboral interior”. Sin armonía interior no hay buen rendimiento en nuestros trabajos, pero si la experiencia laboral no es buena se vuelve fuente de conflictos que desequilibran nuestra vida interior. Por ello, lo importante es ponerle total atención y todos los recursos posibles a estas dos dimensiones, entendiendo que se retroalimentan. ¿Cómo está tu vida interior? ¿Te conoces, te aceptas, te amas, predominan en ti emociones agradables y pensamientos positivos? ¿Cómo lograr mayor armonía en tu vida interior? ¿Te gusta tu trabajo, disfrutas hacerlo? ¿Trabajas en tu motivación para hacer de manera excelente las labores diarias? Esas son preguntas que te tienes que hacer constantemente. A mí me ha resultado trabajar en actitudes como estas, entre muchas otras:

1. Es necesario que logremos separar los problemas reales de los imaginarios. Algunas veces nuestra mirada negativa de la vida nos lleva a anticipar problemas que posiblemente nunca van a suceder y esa especulación se traduce en comportamientos conflictivos que dañan el ambiente laboral. Centrarnos en el presente con optimismo, descubriendo todo lo positivo que hay y agradeciendo lo que somos y hacemos, nos impacta integralmente.

2. Se requiere mucha flexibilidad y capacidad de adaptación. No podemos volver todo un innegociable y tener esas posturas rígidas que buscan imponerse sobre la realidad en vez de aprender de ella. Tenemos que vivir en una continua “metanoia” interior que se refleje en acciones flexibles y constructivas.

3. Abandonar la pretensión de agradar a todas las personas con las que nos relacionamos. Tengamos presente que siempre hay personas que van a criticarnos e intentar dañarnos, aunque haya manifestaciones objetivas de nuestra bondad y excelencia. Por eso, para poder estar en paz interior y lograr la mejor versión de ti, es necesario construir sanas relaciones interpersonales, pero hay que entender que siempre habrá envidia, maldad o simplemente rechazo de algunos.

4. Hay que estar dispuestos a gozarnos todas las experiencias que son fuente de buenas emociones. La vida es un “vacile” que vivimos seriamente. Nos damos la tarea de encontrar lo que nos motiva y nos hace estar satisfechos interiormente y trabajar de la mejor manera. Se requiere buen humor para poder disfrutarla.

Se trata de no vivir en esa dicotomía de lo interno y externo, sino encontrar que los pensamientos, palabras, decisiones y acciones que tomamos desde un interior armónico se expresen en manifestaciones que nos hagan crecer individual y socialmente. El mundo se comienza a transformar cuando transformamos nuestro interior. Es del corazón de donde sale lo que realmente impacta constantemente la vida toda (Marcos 7,21), por eso hoy podemos ponerle atención a lo que hay en él.