El silencio inunda mi oficina. Por un momento dejo a un lado los libros que estoy leyendo para la preparación de una conferencia que voy a dictar, cierro los ojos y abro un espacio para dialogar con Dios. Vuelvo a hacer conciencia de todo lo bueno que hay en mi vida y doy gracias por ello. Reviso cada una de las cosas que he vivido a lo largo de este año y encuentro muchos aprendizajes; me he fortalecido y he logrado superar muchas de las adversidades que he encontrado. También pienso en las personas que amo y en sus situaciones, elevando una oración por ellos.

Luego, reviso mis propias necesidades, mis conflictos y pido la ayuda necesaria; no una acción mágica, sino esa presencia que desde mi corazón potencia mis capacidades y habilidades para lograr enfrentar y solucionar esas dificultades. Así es como le pido a Dios que con su poder infinito actúe en la historia para que haya oportunidades y ayudas adecuadas. Abro la aplicación Subliful y hago el paso del camino de reflexión que se me propone para mi avance espiritual en el día de hoy.

Creo que esta recta final del año es un buen tiempo para ser vivido en clave de espiritualidad. Asumir que este mes es el último del año se vuelve una ocasión para Agradecer, Evaluar y Planear en función de nuestro plan de mejoramiento personal. Por eso, empiezo a pensar en esas tres sencillas pero potentes palabras:

Agradecer es constatar que la vida está llena de bendiciones, que siempre encontramos avances que celebrar, ayudas que compartir y personas a las que amar. Es sabernos tocados por la generosidad de otros y de la vida misma, reconociendo que no todo lo merecemos, y aun así recibimos cosas maravillosas.

Evaluar significa entender y contrastar nuestro camino diario y el propósito que nos jalona y junta nuestros esfuerzos cotidianos. Es descubrir en qué hemos acertado y en qué tenemos que trabajar con más ahínco e inteligencia. No se trata de ponernos culpas pesadas, sino de descubrir las tareas por seguir haciendo en el ideal de ser mejores seres humanos.

Y, por último, planear, que no es otra cosa que ponernos pequeñas metas que nos acerquen a nuestro propósito de vida. Metas que sean concretas y evaluables para poder tener un verdadero control de todos los esfuerzos que hacemos.

Pienso que todo esto vale la pena vivirlo desde una relación íntima e intensa con Dios. Finalmente, pronuncio la palabra “Amén”, que llena de confianza el momento vivido y me hace descansar totalmente en Dios. Luego vuelvo a tomar el libro Azúcar Quemada de Avni Doshi para seguir leyendo y terminar de preparar la conferencia. Dios es bueno.

@Plinero