Hoy las calles se iluminan con la tradición de las velitas y los faroles. Los bordillos y los balcones se llenan de luces y hay una alegría indescriptible en la calle. Y quizá esta es una buena oportunidad para recordar que esta tradición tiene su origen en la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María. El papa Pio IX en 1854 promulgó este dogma, y como preparación, les propuso a todos los católicos del mundo entero que el día anterior, es decir, el 7 de diciembre, hicieran una vigilia con faroles y con velas, con el fin de recibir este acontecimiento religioso, y desde entonces se tiene esta tradición que en Colombia hemos sabido mantener y hacer muy nuestra.
Ahora, quisiera proponer 3 reflexiones que revelan algunos sentidos de esta celebración -a propósito de esta fecha- y que nos ayudan a pensar de manera consciente en lo que significa encender estas velas.
El primer sentido está en entender el valor de la vela encendida, porque no solo refleja un acto aislado o automático. Tengamos claro que encender una luz esta noche es dar gracias por todo lo vivido, por todo lo que tenemos. Encender una vela es presentarle nuestras necesidades al Dios de la vida para que él actúe con poder en nuestra existencia, es abrir nuestro corazón y dejarnos iluminar por Jesús, que es la luz del mundo.
El segundo sentido es ser luz para los demás. No se puede quedar solamente en una expresión simbólica o en un cumplimiento de normas, esa luz que irradia la vela debe reflejarse también en nuestra vida cotidiana, en las relaciones que establecemos con las personas que amamos. No podemos encender una vela y ser motivo de oscuridad para los demás. No podemos encender una vela y estar de acuerdo con la violencia que tanto daño nos hace.
El tercer sentido es el de la comunidad. Encendemos las velas con otros, y necesitamos a otros para poder compartir la vida. No caigamos en esa trampa que nos quieren vender hoy, según la cual podemos hacerlo todo solos. Es mucho mejor compartir con la comunidad, y llevar la carga juntos. Esas velas que se encenderán también significan eso: juntos podemos iluminar el mundo entero.
Son muchos los recuerdos que tengo de esta celebración en el Caribe, y creo que si usamos esta fecha como una excusa para pensar mucho más allá del simple gesto de encender la vela, podremos construir mejores relaciones, no solo con los demás, sino con nosotros mismos. Ojalá que vivamos esta celebración con la alegría que nos caracteriza, sin poner nuestra vida en riesgo, y con el corazón abierto para que esta luz ilumine también nuestras vidas.








