Los resultados del Índice de Desempeño Fiscal (IDF) 2024 muestran que Barranquilla tuvo un buen resultado en gestión financiera. En el grupo de “Ciudades Grandes” definido por el Plan Nacional de Desarrollo —Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Cartagena— la capital del Atlántico se ubicó segunda, solo por detrás de Bogotá. Siendo estas dos ciudades las únicas que alcanzaron la categoría de “Solventes”, con puntajes de 77 y 75,5 respectivamente.
Este buen resultado responde a decisiones sostenidas de inversión y administración. Barranquilla lidera la proporción de gasto en infraestructura, con un 21,5% del total de inversión —unos 938 mil millones de pesos—, demostrando su apuesta por la competitividad urbana. Además, cumple la Ley 617: su gasto de funcionamiento equivale al 26% de los Ingresos Corrientes de Libre Destinación (ICLD).
La gestión de recaudo también superó lo programado, con ingresos tributarios por 2,2 billones de pesos, y la actualización catastral sumó puntaje adicional en el IDF.
Sin embargo, hay alertas. El ahorro corriente es el más bajo entre sus pares, por el peso del servicio de la deuda: los intereses representan el 32% del gasto corriente, cerca de 348 mil millones de pesos. Esto limita recursos para nueva inversión.
Además, la relación pasivos-activos —62,9%— supera ampliamente la de otras ciudades grandes, donde no llega al 40%. Barranquilla concentra el 12,7% de la deuda municipal del país, con un saldo de 3,2 billones de pesos.
La deuda, bien utilizada, impulsa el desarrollo, pero puede convertirse en un obstáculo. Niveles elevados y tasas de interés más altas encarecen su servicio y pueden generar presiones de liquidez si los pagos superan nuevas entradas de financiamiento. En un entorno económico más restrictivo, este riesgo limita el margen fiscal para gasto social e infraestructura.
Por ello, gestión y transparencia de la deuda deben ser prioridad. Los gobiernos locales necesitan fortalecer la información para evaluar riesgos y oportunidades, y la ciudadanía debe exigir claridad sobre condiciones y objetivos de endeudamiento. El IDF muestra una ciudad que ha gestionado con acierto, pero requiere un viraje hacia la sostenibilidad fiscal.
Tres acciones son clave: fortalecer el ahorro corriente revisando el perfil de deuda; ampliar la base tributaria sin aumentar tarifas, apoyándose en formalización y un catastro robusto; y avanzar hacia una estructura de gasto equilibrada que preserve la inversión.
Barranquilla ha demostrado que puede administrar bien. El reto ahora es garantizar que esa fortaleza se mantenga y se traduzca en una senda fiscal sostenible para la próxima década.
*Directora Ejecutiva de Fundesarrollo








