Desde las guerras civiles del siglo XIX, en la incesante búsqueda de la paz, los gobiernos han ensayado muchísimas estrategias para conseguir la desmovilización de grupos armados con objetivos políticos, algo que ya no existe pues lo que tenemos ahora son simples bandas criminales tal vez con la parcial excepción del ELN cuyo accionar ha afectado seriamente la convivencia ciudadana, la vigencia de las libertades públicas y la plena aplicación del Estado Derecho.

Entre tales mecanismos han existido, entre otros, muchísimas leyes de amnistía e indulto, tratamientos políticos benignos, curules en el Congreso y el otorgamiento de dineros para la desmovilización. Dentro de estos últimos, los gestores o negociadores de paz unos desde la legalidad y otros, desde la ilegalidad. Llegamos hasta el extremo de cambiar la Constitución para prohibir la extradición de los capos.

En los periódicos del 90 deben estar los registros de la frase de Pablo Escobar al entregarse por mediación del padre García Herreros, cuando le llevaron la prohibición de la extradición y el compromiso de construirle una cárcel: “por la paz de Colombia”.

Y claro, los presidentes, incluido Rojas Pinilla cuando dio el golpe militar con el slogan de “paz, justicia y libertad el 13 de junio del 53” han expresado sus preocupaciones por la paz. Algunos lo hicieron nombrando consejeros, negociadores o gestores de paz. Alberto Lleras, entre otros, nombró al patricio liberal Otto Morales Benítez, para que negociara la paz con las guerrillas liberales. Valencia, tuvo como lema la “pacificación” aun cuando se le aparecieron las FARC luego del fracaso de la operación Marquetalia en el Tolima.

Carlos Lleras, incluso como expresidente, aceptó presidir una comisión de paz. López Michelsen, con Álvaro Escallón, buscó la paz con el ELN. Turbay como expresidente, en episodios poco conocidos, ayudó en las primeras conversaciones con el M19, movimiento que había querido matarlo con un “roquetazo”. Betancur tuvo como negociadores de paz a John Agudelo Ríos y Bernardo Ramírez. Virgilio Barco tuvo tres excelentes negociadores de paz -que la consiguieron con el M19- Carlos Ossa Escobar, Rafael Pardo Rueda y “chucho” Bejarano. Andrés Pastrana contó con negociadores como Víctor G. Ricardo y Camilo Gómez.

Pero en el pasado también hubo “negociadores” salidos de las guerrillas que estaban en trance de desmovilización. Cuando lo hacía el M19, les dieron beneficios a algunos de ellos llamados los “doce apóstoles” -que nada tenían que ver con otros apóstoles- para que ambientaran el proceso. Recuerdo que como Procurador General me reuní con ellos y les propuse como idea revolucionaria que pidieran que se cumpliera la Constitución del 86 que, con la reforma del 36, consagraba el Estado Social de Derecho, la dirección general de la economía a cargo del Estado y la función social de la propiedad.

Inclusive en el marco de la ley 418 de 1997, expedida durante el gobierno Samper, se permitía nombrar como “gestores de paz” a guerrilleros presos, eso sí, sin suspender las ordenes de captura como fue el caso del legendario líder “eleno” Francisco Galán.

Lo que no habíamos tenido es la distorsión de ahora: personas condenadas por paramilitarismo; autores de horribles masacres, como Mancuso, don Berna, Jorge 40, Hernán Giraldo -para citar solo algunos-; guerrilleros que violaron los acuerdos de paz o simplemente delincuentes comunes dedicados al narcotráfico y la minería ilegal, nombrados como “negociadores de paz” simplemente para impedir sus capturas. ¿Qué van a negociar? ¿Con quién? ¿A qué grupo político armado representan? ¿A qué grupo van a desmovilizar? ¿Qué van a confesar, si en el caso de los paras pudieron hacerlo con la ley de justicia y paz y no lo hicieron? El concepto de “gestor de paz” no se concibió como un salvoconducto para la impunidad. Es hora de parar esa farsa.

ACLARACION: En mi última columna en la que comentaba la grave denuncia de la Revista Semana sobre el uso de la Unidad de Víctimas del ministerio del Interior para clientelismo y corruptelas, dije que el senador Gustavo Moreno citado por el semanario, pertenecía al “Movimiento en Marcha”. El director de esa tendencia política, el ex ministro Juan Fernando Cristo, me ha hecho saber que el citado senador ya no pertenece a ese movimiento.